Quien sabe escribir es porque nace estéril y muere fecundo.
Al principio mi convicción era ya no ser el que fui.
Mi deber es terminar algo que jamás nadie comenzó.
Si me encontrara al tanto de lo que te pasa…
Un agujero en tu vestido de noche, no se vera sino hasta el amanecer.
*
Y aunque al leer estas palabras no me sientes, aquí también estoy yo.
Pequeñas historias que jamás se contaron porque nunca hicieron falta… hasta hoy.
Esta de más advertir la falta de argumento.
Se puede contener el aliento ante la vastedad, pero sólo es libre de ataduras quien comprende que en el aliento contenido reside la vastedad. El suspiro de la mujer que se ama es la hecatombe, la eclosión y la expulsión de mil ángeles angustiosamente cimentados en el paraíso, sin manifestar más emoción que la frialdad y la dignidad de haberse revelado. A la izquierda de cualquier plano, tras la senda oscura del antiguo bosque se destapan los salvajes kirieleiso de la ironía. Una caja sorpresa que el pequeño de siete años abre con genuina emoción sólo para terminar ahogado en el fondo de su sangre clandestinamente formada. El curioso y ricamente decorado cofrecito de caoba, cascaron ovárico de la pureza y la bienaventuranza que desprende la nociva semilla envilecida con la baba del basilisco espermático. La verdad corresponde y hace honor a su cualidad no de veracidad, sino de darle en su puta madre al tedio y a la pinche insensata búsqueda de inmortalidad y extrema prolongación vacua de la vida mendaz, sólo es verdad si no se calla, en el silencio hay sabiduría y puede encerrarse la verdad, pero en el silencio la verdad no es efectiva, es virus, ponzoña o excremento. La verdad se dice o no es verdad, la verdad denuncia o soborna impúdica tranquilidad, la verdad es caos y aniquilación, sabes que tu silencio dice la verdad, pero los demás sólo son engranes de la máquina, destruye la máquina, busca una forma de expresar tu silencio a los demás, con palabras o abrazo fraternal, de otro modo la máquina segura girando y será como si nunca te hubieran parido, como si te hubieras pasado la vida contemplando el brillante anuncio de neón de la casa de putas y nunca hubieras entrado. La mosca choca con el vidrio, encuentra oposición invisible del vidrio, pero lo sigue intentando, hasta que halla la forma y da la vuelta y descubre que no estaba adentro sino afuera y comprende que afuera es otro encierro.
J. S. Cainiz. Copyright (c) 2007