Nuestra vida se compone de ciclos, o por lo
menos nos creamos esa ilusión. Una existencia humana es medible, a pesar de ser
sólo un instante, como una gota en el océano que es el universo. Medir las
cosas nos da certidumbre, a pesar de siempre estar a un instante del final, y
ni siquiera haber iniciado. Pero a veces, sí que obtenemos el término de algo.
Luego de casi tres años de publicación, por fin se completan los 10 tomos de
The Sandman. La aventura inició en septiembre de 2014, con Preludios &
Nocturnos, pasando por: Casa de Muñecas, El país de los sueños, Estación de
Niebla, Un juego de ti, Fábulas & Reflejos, Vidas Breves, El fin de los
mundos, Las Benévolas, y el próximo a salir, para cuando lean esta nota, El
Velorio.
Para hablar a detalle de la
épica historia del rey del Sueño, Lord Morpheus, y su disfuncional familia, los
Eternos (The Endless), el espacio es insuficiente; por lo que nos avocaremos a
lo sustancial, es decir, la importancia de que se completara la versión
mexicana de esta saga.
Alguna vez el propio Gaiman
respondió la pregunta, ¿de qué trata The Sandman?, diciendo: “El rey de los sueños aprende que uno debe
cambiar o morir; y luego toma su decisión”. Este sencillo argumento será el
hilo conductor de los 75 números que componen la serie (más el especial La
canción de Orfeo). La clave se encuentra desde el primer capítulo, cuando
Morpheus es capturado por Roderick Burgess, líder de La Orden de los Misterios
Antiguos, pues luego de pasar más de 70 años en cautiverio (de 1916 a 1988),
prácticamente una vida mortal, Sueño de los Eternos emprende una búsqueda de
tres artefactos en los que reside su poder (la bolsa con arena, el casco hecho
a partir del cráneo de un demonio, y el rubí), y al término de esta aventura,
se sienta a alimentar a las palomas (capítulo 8, El sonido de sus alas), lamentándose con su hermana Muerte (Death),
a la que le dice: “Verás, hasta entonces
estaba obsesionado. Hice una búsqueda de verdad, tenía un objetivo más allá de
mi función… y de pronto, la búsqueda había concluido. Me sentí… drenado.
Decepcionado. Engañado. ¿Tiene sentido todo eso? Estaba seguro de que en cuanto
recuperara todo me sentiría bien. Pero, por dentro, me sentí peor que cuando
empecé. Me siento como… nada.” Aquí se planta la semilla del cambio en
Morpheus.
En los siguientes arcos,
Gaiman nos narra el presente de la familia de Sueño, muchas veces desde la
óptica de los personajes secundarios y humanos que interactúan o tienen
relación con los Eternos. Destaca la enemistad entre Morpheus y Deseo, la
ausencia del hermano pródigo (Destrucción), las ocurrencias de Delirio, o la
renuncia de Lucifer a regir en el infierno. También se intercalan historias del
pasado, como la amistad que surge entre el rey de los Sueños y Robert “Hob”
Gadling, a quien Muerte le otorga la inmortalidad; la intervención de Morpheus
en la obra de William Shakespeare; las amantes de Sueño: Titania (reina de las
hadas), la musa Calíope, o la mortal Nada; la tragedia de Orfeo, hijo de
Oneiros… en realidad son tantas las historias y subtramas, para siquiera
enumerarlas.
Indagando
las pistas de la posibilidad del cambio en Morpheus, resultan esenciales las
referencias a la obra de Shakespeare. Esto lo apreciamos en el capítulo 13, Hombre de buena fortuna, dos siglos
después del primer encuentro con Hob Gadling (1399), en esa misma taberna están
Shakespeare y Kit Marlowe, y se sugiere un pacto entre Sueño y el Bardo. Éste
episodio presenta en 24 páginas la historia de una amistad a lo largo de 600
años. Luego, en el capítulo 19, Sueño de
una noche de verano (historia unitaria que ganó el World Fantasy Award, de
hecho el único cómic que ha ganado este premio), vemos a la compañía teatral de
Shakespeare representando la citada comedia ante un contingente de Fairie.
También nos enteramos del pacto: Morpheus dota al Bardo del talento para
escribir grandes piezas teatrales, y a cambio le pide dos obras, una de ellas
la que aquí representan. Por último, sobresale un diálogo entre Sueño y Titania,
donde el Creador de formas explica el pacto: “A través suyo vivirán, por toda una era del hombre; y sus palabras
harán eco a través del tiempo. Es lo que él quería. Pero él no entendió el
precio. Los mortales nunca lo entienden. Sólo ven el premio, su máximo deseo,
su sueño… Pero el precio por conseguir lo que quieres, es conseguir lo que una
vez quisiste.” Las hadas seguirán existiendo en el imaginario colectivo,
gracias a la obra, pero lo más importante, es el entendimiento que tiene
Morpheus de la naturaleza humana. La capacidad de cambiar.
Al
final de la serie, en el capítulo 75, La Tempestad, Gaiman nos narra el último
encuentro entre Sueño y Will Shakespeare, que ocurre porque el Bardo está
escribiendo la segunda obra del trato. Aquí Morpheus le revela el por qué le
pidió una comedia: “Quería una obra de
finales gráciles, de un rey que ahoga sus libros, rompe su báculo y deja su
reino. Sobre un mago que se hace hombre. Un hombre que rechaza la magia.”
Se refiere a su imposibilidad para el cambio, y concede que los hombres poseen
dicha cualidad. A lo largo de los 10 tomos de The Sandman, vemos la evolución
del personaje, a través de aquellos con quienes se relaciona, nos damos cuenta
de que lo ven distinto. Él basa su existencia en su función dentro del
universo, pero esa perspectiva se alteró cuando le apresaron. Al darse cuenta
que podía tener objetivos más allá del deber, cuando podía permitirse tener
amigos, o perdonar a una antigua amante, o incluso mostrar compasión hacia su
hijo, Morpheus sabe que debe quitarse la careta.
Sueño
elige morir, desaparecer una faceta de sí, una perspectiva, un punto de vista,
el cómo es visto por los otros, y de esa manera reinventarse. Con su muerte,
Sueño demostró su disposición a pagar el precio del cambio, aquello que
realmente desea. Antes era el tipo estirado que ante la menor ofensa se hacía
de un nuevo enemigo. Con su muerte, Sueño se muestra como alguien dispuesto a
soltar el pasado, dejando ir lo que no le sirve, aceptando los hallazgos hechos
durante su búsqueda de un propósito.
Con
la publicación de The Sandman, una generación de lectores en México tiene a su
alcance la que sin duda es la mejor historieta publicada en el siglo XX. Tal
vez inspire a los próximos autores de novela gráfica que nuestro país espera.
(*Publicado originalmente en el suplemento Autonomía no. 162, Marzo 19 de 2017)