Todo parece indicar
que el género de superhéroes se mantendrá en el cine. Con Deadpool, inician las
películas basadas en personajes de cómic en este 2016. Su versión fílmica hace
entrada por todo lo alto. Algunos detractores dirán que no va más allá. Como si
se esperara que el género “capas y mallas” fuera realmente algo con
posibilidades de evolucionar como el Western, el Noir o la Ciencia ficción. Si
quieren una película de superhéroes verdaderamente propositiva, echen un
vistazo a Unbreakable (El protegido,
de M. Night Shyamalan), en la que Bruce Willis hace de “Superman” y Samuel L.
Jackson de “Lex Luthor”. Es la historia definitiva, y muy probablemente lo que
posibilitó (de cierta manera) el Batman
de Nolan, el Iron Man de Favreau, y
el Daredevil de Goddard. Si quieren
películas en las que el género evolucione, sigan esperando sus secuelas: Breakable (Rompible)
y Broken (Roto).
Lo que hace a Deadpool una gran película, es su capacidad de mantener la
esencia del personaje. Pocas adaptaciones pueden presumir de ello. Si bien es
cierto que el cine no tiene por qué calcar fielmente el mundo de las viñetas,
algo que en su momento advirtió Alan Moore al director Terry Gilliam cuando
tuvo intenciones de filmar Watchmen. Posteriormente Zack Snyder nos demostraría
que es posible duplicar a los seres de pulpa y tinta, pero sin el sabor y el
espíritu que los hace tan disfrutables. Como decía David Mazzuchelli, dibujante
del Batman Year One: “Cuanto más
realistas se vuelven los superhéroes, menos creíbles parecen. Es un equilibrio
delicado, pero así es como lo veo: los superhéroes son reales cuando están
dibujados con tinta”. Así pues, las versiones fílmicas de estos personajes
no tienen por qué reproducir las páginas de los cómics, pero ayuda el que
mantengan cierta fidelidad con el original.
Y eso es precisamente Deadpool. Bajo la dirección de Tim Miller, el
actor Ryan Reynols finalmente se reivindica del fiasco que fue Linterna Verde,
y recompone la imagen del personaje que ya había interpretado en X-Men Origins:
Wolverine (2009).
Desde que aparecen las páginas de cómic enmarcadas por el logo de Marvel
y suena de fondo Angel of the Morning
de Juice Newton, sabes que la película no te va a decepcionar. Fue algo que inició
con el Awesome Mix en Guardians of the Galaxy (un soudtrack
completamente atípico en filmes de este género), y que continuó en Ant-Man y su
Borombon de Camilo Azuquita. Siguiendo esta tendencia, el Suicide Squad de
Warner se redime ante el gran público al incluir en su tráiler promocional una
versión de Bohemian Rhapsody de Queen.
Es precisamente desde la secuencia de inicio que nos invade lo
irreverentemente violento del personaje. Un intro que para mi gusto compite (salvando
las comparaciones) con el montaje inicial de Watchmen, en el que veíamos la
historia de los Minute Men al ritmo de The
times they are a changin’ de Bob Dylan.
La forma en que está narrada la historia de Wade Winston Wilson (nombre
real del mercenario bocón), permite apreciar el momento presente y las retrospectivas
de su origen. Destaca su relación con Vanessa Carlysle (Copycat / Domino,
aunque en esta versión no posee poderes mutantes), interpretada por la bella
Morena Baccarin (a quien hemos visto como Jessica Brody en Homeland, y la
doctora Leslie Thompkins en Gotham); mención especial cuando conmemoran el día de
la mujer (con arnés incluido).
Que se respetara la esencia del personaje juega bastante a su favor. De
entrada lo distingue de otras películas y franquicias. Los únicos puntos a
comparar con otras versiones fílmicas ya los hemos mencionado. Así pues,
Deadpool posee frescura y bastante potencial (mientras se sigan manteniendo
estos estándares) para una secuela, incluso dos. Todo está en que sepan
respetar lo que vuelve único al personaje. No se trata de Kick Ass, o algún
otro producto del Millarworld.
Es precisamente su otra habilidad mutante (por así decirlo), su
capacidad de romper la cuarta pared y así interactuar con el público (además de
su habilidad de regenerarse que lo pone en un nivel cercano a Wolverine), lo
que hace de Mr. Pool una bocanada de aire fresco respecto a personajes como
Batman, Punisher o Daredevil (si bien cada uno de ellos está por aparecer
nuevamente en pantalla, y por lo menos los dos vigilantes que rondaran pronto
el Hell’s Kitchen de Netflix son esperados con ansias). En otras palabras,
Masacre (como lo traducen en España), se mantiene caminando sobre hielo delgado
entre las mallas y la excesiva violencia de los vigilantes urbanos.
Algo que me permitiré spoilear / comentar, es la escena post créditos.
No es tanto el anuncio de una secuela en la que aparecerá Cable, otro personaje
creación del inefable Rob Liefeld, quien es co-creador de Deadpool, y comparte
ese honor con el guionista Fabián Nicieza (a quien hace poco denostara, al más
puro estilo Bob Kane, en una entrevista para el New York Times), pues bien
podríamos conjurar una posible adaptación de X-Force (realizable, si no se
quiere recurrir a la versión noventera, a partir de sus últimas encarnaciones
bajo el prefijo Uncanny, firmadas por Rick Remender).
Lo que verdaderamente llamó mi atención fue el
homenaje que se hace a otra escena post créditos, en este caso se trata de Ferris Bueller´s Day Off (Un experto en
diversiones), de 1986, protagonizada por Matthew Broderick, en el que sin duda
es su papel más icónico. Al terminar la película, aparecen los créditos pero
comparten pantalla con un recuadro que muestra a Mr. Rooney (el director que
persigue a Ferris y sus amigos) quien acaba regresando en el autobús escolar.
Este ardid permite que los espectadores sigan pendientes de la pantalla
(recordemos que en esa época no eran comunes las escenas extras), y al final
aparece Ferris en bata, se asoma al pasillo, se dirige al público (este
personaje también rompía la cuarta pared durante la cinta) y le dice al
público: “It's Over, Go Home”, similar a como lo hace Deadpool. ( ⃰ Publicado originalmente en el suplemento Autonomía no. 134, febrero 21 de 2016.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario