Poco más de una semana
desde el estreno de Batman v Superman: El amanecer de la justicia. Es como
despertar de una atroz resaca, la gran diferencia es que nos acordamos del ridículo
cometido, y afortunadamente nos alegramos de no haber sido nosotros.
Basta con hacer referencia al Sad Affleck,
musicalizado con The sounds of silence
de Simon & Garfunkel. El lector dirá que quiero hacer leña del árbol caído,
lo cual es totalmente cierto. La película es completamente inconsistente. Ni
siquiera se pretende enfatizar el hecho de que las versiones de los personajes
son muy diferentes a los del cómic. Sus personalidades, motivaciones, y manera
de interactuar entre ellos se ven forzadas, como consecuencia de haber
precipitado en una sola película lo que debió desarrollarse por lo menos en
tres.
Sin duda quienes defienden esta adaptación
lo hacen a partir de las escenas rescatables. Hay que hablar con la verdad,
visualmente es un portento. Las caracterizaciones de los personajes principales
aparecen verosímiles para la época que vivimos, principalmente el Batman tipo
Dark Knight de Frank Miller, y Gal Gadot enfundada en el traje de la Wonder
Woman. Lamentablemente no podemos decir lo mismo de sus motivaciones.
Tratándose de un Batman veterano, con la experiencia suficiente para
considerarle el “mejor detective del mundo”, y el gran estratega que siempre
piensa en todo, cae muy fácilmente en la trampa de Lex Luthor, quien por su
parte deja ver cierto grado de genialidad y megalomanía, pero sus motivaciones
nunca nos quedan claras, tal vez por falta de tiempo para desarrollar al
personaje, y por ello los guionistas deciden dotarlo de un desequilibrio mental
(bastante afectado, cabe decirlo), lo cual choca con la esencia del personaje,
pues si algo posee es un gran intelecto que sólo compite con su ego desmedido,
razón por la cual el Lex de los cómics nunca descubre que Clark Kent y Superman
son la misma persona, cosa que el personaje de Jesse Eisenberg si sabe.
Esa es otra cosa que juega en contra de esta
versión en la que por primera vez se reúne la trinidad de DC Comics en la gran
pantalla. Los tres héroes poseen identidades civiles y sus alter ego disfrazados. El hombre de acero de Henry Cavill es
aceptable siempre y cuando se pusiera realmente a actuar como Superman, el gran
salvador de la humanidad, que invariablemente llega a tiempo, no sólo para
salvar a Lois Laine, sino a todo aquel que se encuentre en peligro (no habría
dejado morir al fotógrafo corresponsal que acompañaba a Lois, quien además de
ser agente de la CIA, se supone era Jimmy Olsen), también sabe calcular los
riesgos y daño colateral en cualquier batalla, ejemplo de ello fue llevarse a
Doomsday para pelear en el espacio (aprendió la lección de su batalla con Zod y
los demás kriptonianos).
Ya mencionábamos las discrepancias entre el
Caballero Oscuro de Ben Affleck, y el cruzado encapotado de las viñetas. Su
larga trayectoria como combatiente del crimen le habría permitido juzgar mejor
las intenciones de Superman, o al menos lo habría hecho si éste realmente
encarnara los valores que lo acreditan como el primero y el mejor. Además, si
Batman tuvo dieciocho meses para preparar su combate con el hombre de acero, en
ese tiempo se habría tomado la molestia de investigar más allá de su debilidad,
llegando a conocer su identidad secreta. Difícil no era: el Clark Kent de Cavill no sabe despistar, sólo es
Superman en ropa de civil y gafas; el verdadero Clark es introvertido y torpe,
como lo plasmara Christopher Reeve en la versión de Richard Donner de 1978. Sin
duda alguien debería prestarle a Zack Snyder una copia de la miniserie All-Star
Superman de Morrison y Quitely, pues sólo se inspiró en la parte más
controversial del hombre de acero post-Crisis de John Byrne. De la Mujer
Maravilla dejamos los comentarios para cuando veamos su película, pues en su
faceta de Diana Prince sólo se mostró como la típica socialité.
Pero lo verdaderamente inverosímil es la
manera en que cesa el conflicto entre Superman y Batman (calcado, pero
incomprendido, de El Regreso del Caballero de la Noche de Miller, Janson y
Varley, que se publicara por primera vez en 1986). Batman está a punto de matar
a Superman con la lanza de kriptonita, pero se detiene al escuchar el nombre de
Martha, en voz del hombre de acero. Debo confesar que al ver esa parte caí por
primera vez en la cuenta de que llevan el mismo nombre la señora Kent y la
difunta Martha Wayne, probablemente porque esta última siempre aparece en los
cómics como un recuerdo que persigue al huérfano Bruce. ¿Y esto es lo que
sostiene y forja El amanecer de la
justicia? Mejor debieron llamarla El
ocaso de los dioses, y musicalizarla con la opera de Wagner.
Mientras los héroes de DC se inspiran en
mitos y deidades griegas, los personajes de Marvel nacen de la era atómica, que
transforma a personas comunes en maravillas de la posmodernidad, y tal parece
que el patrón se sigue repitiendo en la gran pantalla.
Se ha fetichizado la fantasía superheroica,
pero al punto de equipararla con un caso clínico diagnosticado por Freud, que
gustaba de las desviaciones y perversiones que moran en el corazón humano. Pero
se trata de Batman y Superman, los mejores del mundo. Si como yo quieren
quitarse el mal sabor de boca, vean la película animada World’s Finest,
producida por Bruce Timm, o bien, lean la edición Definitive que lleva el mismo
título, recién publicada por editorial Televisa. Es una serie limitada, tres
números de 48 páginas (impresos originalmente en 1990) reunidos en un sólo tomo
de gran formato. El guión es de Dave Gibbons (Watchmen), y el trazo de Steve
Rude (Nexus), juntos crean una historia bastante entretenida y muy bien
hilvanada, se nota el conocimiento que el guionista posee sobre los personajes,
sus motivaciones y la forma que tienen de interactuar. Incluso se establecen
vínculos y paralelismos entre los personajes secundarios: James Gordon y Perry
White, Alfred Pennyworth y Lois Lane, además, se presenta la alianza/cambio de
roles, entre el Joker y Lex Luthor.
Mención especial merece el dibujo de Steve
Rude (con acabados de Karl Kesel y color de Steve Oliff), es un trazo limpio y
dinámico, representa lo mejor de estilo que imperaba en los 80´s. Las
caracterizaciones de Superman y Batman, que realiza Rude, homenajean a las
versiones originales. La composición de página y el arte secuencial son ejemplo
del mejor cómic mainstream con
actitud indie. No pierdan la
oportunidad de explorar esta novela gráfica.
⃰ Publicado originalmente en el suplemento Autonomía no. 137, Abril 3 de 2016.
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