11 diciembre, 2016

ENIGMA: Un cómic existencialista


¿Por qué nos contamos historias? La realidad que vivimos es caótica, y recurrimos a la narrativa para ordenar los hechos, ya sea que lo hagamos para nosotros mismos o para otros. La humanidad se cuenta historias, y es así como sustenta su realidad; no es lo que percibimos, sino la descripción que hacemos de tales percepciones, esa es la desoladora verdad a la que aspiramos.
     Está por terminar el año, pero la línea Vertigo inicia una nueva historia en su colección Cómics que desafían las expectativas, se trata de Enigma, miniserie de 8 números publicada originalmente en 1993; con guión de Peter Milligan, trazo de Duncan Fegredo, y color de Sherilyn van Valkenburgh.


     Para hablar de Enigma, es necesario explicar brevemente el concepto de metarrelato, el cual podemos entender como la narrativa dentro de la narrativa. Aplicándolo a la historieta, percibimos que en la superficie Enigma es un cómic conducido por un narrador omnisciente (nos enteraremos de quién se trata en el último número), que nos describe el momento presente en la vida de Michael Smith, un joven con una vida bastante anodina y sin grandes aspiraciones (trabaja como técnico para una compañia telefónica, y tiene relaciones con su novia una vez por semana: "sólo los jueves, ni un orgasmo más ni uno menos"), a la par, aparecen de pronto asesinos en serie (La Cabeza, La Verdad, La chica Sobre) que son detenidos por un hombre enmascarado (el Enigma), un superhéroe, pero lo extraño es que estos personajes forman parte de una historieta que Michael leía en su infancia (en los años 70, la era de plata de los cómics). En su afan por descubrir la verdadera naturaleza de estos extraños hechos, Michael busca al creador de la historieta original de Enigma: Titus Bird, quien veinticinco años atras escribió el cómic bajo el influjo de las drogas, en un tono de "espiritualidad divagante y confusa", que en su momento no vendió y fue cancelado luego de tres episodios.




(A Michael se lo coge su superhéroe favorito de la infancia)

     Un primer nivel de lectura se limita a las inmediatas interacciones de los personajes. En un segundo plano de lectura, estamos leyendo un cómic titulado Enigma, que trata de un personaje que cobra vida dentro de la ficción de la historia, y se ha inspirado por una historieta inconclusa del mismo nombre. En un tercer nivel, el Enigma se enfrenta a la Verdad, se trata de una batalla filosófica librada dentro de una iglesia, y el resultado afectará la vida de las personas. Haciendo un pequeño spoiler, en ese combate (que ocurre en el capítulo 4), el vencedor es el Enigma, que salva a Michael de la Verdad, y el narrador nos dice: "que obviamente no ve la ironía de que la Verdad muera en una iglesia". Mencionemos una cuarta capa narrativa, en la que de manera simbólica Enigma nos muestra la interacción entre: el superhéroe, inspirado en el personaje del cómic (obra); Titus, el guionista (artista); y Michael, el lector (espectador).


     ¿El cómic dentro del cómic define la esencia del Enigma? ¿Todo este embrollo se originó veinticinco años atras en la mente de un escritor psiconauta? ¿La búsqueda de Michael le permitirá encontrar sentido a su aburrida y absurda vida? ¿Este cómic que se encuentra por fin al alcance de los lectores mexicanos, será capaz de influir en su forma de percibir y describir la realidad? Para responder estas preguntas invito a los lectores de la línea Vertigo, y a algún despistado que se encuentre leyendo esta nota, que le den una oportunidad al Enigma de Milligan y Fegredo.
     Para completar esta reseña, echemos un vistazo a los antecedentes de los creadores. Peter Milligan es un guionista inglés, que comenzó a experimentar en el cómic de los 80, a través de su proyecto de autor Strange Days, antología en la que publicaba psicodélicas historias dibujadas por Brendan McCarthy (Paradax, Freakwave), y Brett Ewins (Johnny Nemo). Luego es fichado por DC Comics, y aporta su particular visión en Shade, the Changing Man (dibujada por Chris Bachalo), creación de Steve Ditko, y que en esta versión fue una de las series pioneras del sello Vertigo. En la década pasada, revolucionaría la franquicia mutante con su X-Force/X-Statix, con arte de Mike Allred. Y recientemente fue el encargado de guionizar la última etapa de Hellblazer, la serie más longeva de Vertigo, que concluyó en el número 300.





     Sobre el artista, Duncan Fegredo, podemos rastrear sus inicios en la historieta inglesa en la revista Crisis, del sello Fleetway, participó en New Statesmen y Third World War; da el salto al mercado americano dibujando la miniserie de tres tomos en formato presigio, Kid Eternity (1991), escrita por Grant Morrison, y seguiría con la obra aquí comentada. En nuestro país ya hemos visto publicados algunos trabajos ilustrados por Fegredo; de la extinta Bruguera Comic Books, dos miniseries de Hellboy: The Storm y The Fury, con guiones de Mike Mignola; y para Panini Comics, la miniserie de 5 números MPH, escrita por Mark Millar.  

     Regresando a la interacción entre: artista, obra y espectador; es curioso que dentro del cómic de Enigma apreciamos la evolución del espectador, que es representado por Michael, sin duda es el personaje con un mayor crecimiento, respecto al inicio de la serie, llegando a tomar conciencia de su situación. ¿Y después qué? Es una pregunta recurrente, que de manera subliminal se dirige al lector.

     Otro aspecto a destacar de esta interacción, es la evolución de Enigma, el personaje (obra), que logra definirse a través de su relación con Michael. En el extremo opuesto tenemos Titus, que encarna la perspectiva del artista, y que en este caso no sufre una gran transformación a raíz de lo ocurrido, dándonos a entender que el creador es influenciado por su obra sólo durante el proceso de gestación, y una vez terminada esta etapa, pierde su vínculo con el artífice.
     En fin, la pregunta que nos deja esta obra es si somos de las personas que pregonan la búsqueda de la Verdad, y en apariencia nos define lo que mostramos, la percepción que los demás tienen de nosotros, o bien, nos definimos a través de lo que ocultamos, nuestras manías, ese lado oscuro inconfesable a otros, el Enigma.

(Publicado Originalmente en el suplemento Autonomía no. 155, diciembre 11 de 2016.)