19 agosto, 2009

Pequeño poema en prosa

Un sonámbulo tiene una conversación con su otro yo.

─Te conté de la chica que a veces me guiña un ojo desde el espejo.

─No sabes, es algo atrevida, a veces cuando cree que no la estoy mirando muestra un poco de carne prieta.

─La miro de reojo. Si ella me sorprende mirándola se sonroja.

─Luego hace unos ruiditos extraños, me guiña el ojo y apaga la luz.

23 julio, 2009

feliz 1/4 de siglo Viridchka

si llegas a leer esta entrada feliz cumple. te envié un correo sobre la revista que sacaré en septiembre. site interesa envia me un correo.

22 mayo, 2009

Dos poemas del baul del recuerdo

Llevo prometiendo un rato las historietas de "El sombrero en la cama", ya pronto, no desespereis. Mientras me he permitido rescatar un para de textos en retribucion a mis fieles lectores, que calculo no llegan a cinco. Vienen sorpresas en los proximos meses, pero por ahora dejemonos de alardes.

El primer poema es el resultado de mis primeros coqueteos con la maría; ell segundo es un poema de mi último periodo fertil, escrito casi hace un año. Variaciones retoma algunos temas de Alejandra Pizarnik, si se toman la molestia de repasar a la argentina, encontraran su influencia quiza un poco más en lo tematico que en lo estilistico. no sé, son cuestiones que me obsesionan ayer y hoy.


VERDE MEMORIA

Soy la imagen de tu sueño descompuesto

el alquimista fracasado,

aquel que no pudo transmutar tus pensamientos.

Sólo fue el intento,

ninguna consumación,

ningún aliento de tu vespertina agonía.

* * *

Disfruto en silencio el poder contemplarte,

eres la música que transita por mis venas,

la única esencia que en verdad me pudo embriagar,

el canto inconcluso de tu voz en mi oído;

la nada… ver partir a mi ángel frió.



variaciones
a Flora Alejandra Pizarnik
& a Siouxie de the banshees


sentir la piel de otro, sentirla como propia / ser el otro / ser lo otro / apareciendo en otra parte cuando quieres aparecer en un preciso lugar / ese preciso lugar donde ya no existes pero alguien más te existe

no te preocupe no tener las palabras adecuadas / serás miserable si no posees el silencio adecuado / la voluptuosidad va más allá del no decir diciendo / la voluptuosidad del silencio: iniciar una conversación sin iniciarla como pretexto para compartir un silencio

(me queda un vacío de las palabras que te dije y las palabras que me decías sólo eran ausencia)

escucho la música que solías escuchar, sólo para tenerte cerca / intoxicándome con tu ausencia / pierdo las noches de los años / pierdo la medida exacta de mi sombra en tu abrazo / pierdo la substancia del recuerdo como algo más que recuerdo

aún soy el pasajero (and I ride and I ride) / del tranvía o el tren expresso (ya no más del camión flecha amarilla) / deje de ser el copiloto de tu mustang 65 rojo / que nos conduciría al lenguaje del silencio / sin sueños de engranes / sin rotos espejos

no basta el decir si antes no hemos sentido lo que el otro nos trasmite con sus silencios

«giran lento pero al fin giran los engranes ocultos que hacen funcionar el espejo»

J. S. Cainiz


20 marzo, 2009

sueños de la máquina andrógina

I

nací de reptar el suave vaivén de tus piernas
descorriendo los velos delicados que dejan de sangrar durante el invierno
me alejo de la noche y me alejo de ti
de esa llaga viva
tan profunda como tu asfixia

he visto tu rostro en la fragilidad del vacío
flotando en la cosecha amarilla de las leónidas
acaricias tu vientre con la navaja de afeitar
los gestos de la niebla abrevian mi fascinación por las piernas de salamandra 
     en tus pies de Gólgota. 

II
                                                                                              Olvídame y te seré devuelta.
                                                                                              Marcel Schwob

contemplo el espejo vacío
no hay lugar en mi habitación a dónde huir
vacío y empatía me parecen similares en lengua inglesa
como tus ojos plenos de inocencia
vaciados de toda emoción
devorándolo todo 
el silencio de lo dicho sin ser expresado
esta noche me apetece dormir con ejecuciones lentas de guitarra
meciendo las distintas etapas del sueño

«por fin sales a pasear en la yegua de la noche»



III


y tus labios se negaron a beberme
contrayéndose en un gesto de blanco desprecio
…redoblada trivialidad de los tambores inscritos en la paradoja
no te da risa? A mí me da risa:
                        la nausea de cigarrillo
                            el cordón umbilical soga de Judas
                                y las respuestas que ya sabia, pero quería constatar
                        acerco la mano a las fauces del tiburón-vagina

                         me volví hendidura, 
                                                            me volví llaga viva: 
                                                                                             y no me penetras.


IV


hago estas visiones bajo el augurio de la desolación 
huesos de un marchito ángel rasguñan el espejo
hago estas visiones
y tú te niegas a marcharte
                                             tus rasgos:                la ausencia
                                             tu espíritu:               un presentimiento en la noche
gritas y te revelas con silencio
aun cuando la aguja dejó de arañar el vinilo… el espejo…

y las flores finalmente sangran.



V


ahuyentaste a todos y cada uno de los pájaros en el alambre
sombríos ángeles venidos a menos
sedientos de embriaguez hacen la noche desplegando sus inútiles alas
mutando la niebla en silente oscuridad

libre de toda replica se deja admirar el espejo
en tu pequeña habitación tus ojos desbordan abandono.



VI


sintonizo en la radio una canción de asfixia
extralargos cigarrillos abrevian la niebla dormida
en el juego que pretendes enseñarme
al cruzar las piernas y tener la orilla de la falda a la altura de la rodilla

sabes que lo tienes y lo consigues
eres como el fantasma en la máquina
la anomalía que termina por mimetizarse hasta retornar como la parte del todo
un pensamiento ciego y en constante riesgo a la hora de soñar

sólo hacen falta unas piernas prodigiosas para tener al mundo de tu lado
y eso bien que lo sabes, cariño
unas piernas que quiten el aliento
bajo la lluvia / bajo tu falda
un hoyo negro que apaga la luz innecesaria
como el atardecer ahogado en el espejismo
haces la niebla al caminar descalza entre los zarzales
jugueteando con pequeños rododendros
lo mejor es ver tu sombra en la alcoba
con los muslos expuestos y poderosos en su tensión como tenazas de cangrejo
las rodillas un poco asimétricas pero dibujando una trayectoria como de sonrisa pasajera
(desgarrando las alas que fingen desaparecer en la tiniebla
como la palabra
que se entrelaza en las visiones que no le arrebatan al cadáver)
llego hasta tus pantorrillas que recién tomaron su baño de cera
conozco el amanecer enredado a tus piernas
que prometen un baile nocturno con ángeles que derraman los ceniceros
     en la geometría de arabescos
formas vibrantes de una música NUIT NOIR 
y de ti sólo queda una silueta de engrane  
una memoria ausente
un caer al cotidiano desnudar las horas y solapar al vacío con el ardor
     de un alcohol en agonía.


c o d a


capturé tu esencia
como un anticuario 
al acecho de su presa
capturé tu esencia
o al menos eso creí 
al disparar el obturador 
de una máquina sin emoción
sólo obtuve el fantasma
la envoltura, la cáscara
una apariencia 
que cada día se marchita
una forma vacía, sin alma
por un capricho 
por una extravagancia
te condené a repetir
como en una pesadilla
por toda la eternidad
a la mujer que conocí
la mujer que ya no eres
y me empeño en reconocerte
una mirada ambigua
que no dice 
sino lo que le atribuyo

capturé tu esencia
y me condené a repetir
lo que quizá nunca ocurrió.

                                                                                                          J. S. Cainiz

15 marzo, 2009

Las chicas bien educadas no se mean en el piano I

Hace tiempo encontré por ahí un librito de Pierre Louÿs publicado por los mismos de “La nave de los locos”, sólo que en la colección “Los brazos de Lucas” donde se reúnen textos de corte erótico. El “Manual de civismo” es un texto bastante despatarrado, por ahora solo les incluyo un fragmento, pero pronto les digitalizaré el libro entero (que tampoco es mucho, pero no puede uno andar en todo y menos por amor al arte).



LÉXICO ADECUADO PARA EL TRATO SOCIAL

*No digas: “Mi coño”. Di: “Mi corazón”.
*No digas: “Tengo ganas de joder”. Di: “Estoy nerviosa”.
*No digas: “Acabo de gozar como una loca”. Di: “Me siento algo cansada”.
*No digas: “Voy a masturbarme”. Di: “Vuelvo en seguida”. 
*No digas: “Cuando tenga pelos en el culo”. Di: “Cuando sea mayor”.
*No digas: “Prefiero la lengua que la verga”. Di: “Sólo me gustan los placeres delicados”.
*No digas: “Entre las comidas sólo bebo esperma”. Di: “Hago un régimen especial”.
*No digas: “Las novelas moralistas me revientan”. Di: “Me gustaría leer algo interesante”.
*No digas: “Goza como un caballo que mea”. Di: “Es muy exaltada”.
*No digas: “Cuando le enseño una verga se enfada”. Di: “Es una original”.
*No digas: “Es una chica que se masturba hasta reventar”. Di: “Es una sentimental”
*No digas: “Es la tía más puta que me he echado en cara”. Di: “Es una chica encantadora”.
*No digas: “Se deja encular por todo el que se lo pide”. Di: “Es muy coqueta”.
*No digas: “La he visto culear por los dos agujeros”. Di: “Es una ecléctica”. 
*No digas: “Tiene erecciones como un caballo”. Di: “Es un buen mozo”.
*No digas: “Tiene la verga demasiado grande para mi boca”. Di: “Me siento como una niña cuando hablo con él”.
*No digas: “Yo gocé en su boca y él en la mía”. Di: “Tuvimos un intercambio de impresiones”. 
*No digas: “Cuando se la chupas se corre enseguida”. Di: “Es muy vivo, muy espontáneo”.
*No digas: “Tengo doce consoladores en la mesilla de noche”. Di: “Nunca me aburro sola”.
*No digas: “Es una lesbiana rabiosa”. Di: “No es nada coqueta”.
*No digas: “Se corre tres veces y tan fresco”. Di: “Tiene un carácter muy fuerte”.
*No digas:”Sabe culear muy bien a las chiquitas pero no sabe encularlas”. Di: “Es un poco simple”.
*Evita las comparaciones arriesgadas. No digas: “Duro como una verga, redondo como un cojón, mojado como mi coño, salado como el esperma, no más grande que mi coñito”, y demás expresiones no admitidas por el diccionario de la Real Academia. 


*Tomado de: Pierre Louÿs, Manuel de civilite pour les petites filles, Premia Editora, 2ª Ed. México, 1978.



06 marzo, 2009

De cómo dejé de ser encantador y delicioso (sic)

No importa lo que haga o diga, no hay nada para mí. Ni respuestas, ni verdaderos lamentos, no hay algo, y me siento hundido, no tolero ver su retrato en la red, no tolero verme en el espejo y pretender no reconocerme. Es absurdo, estar en silencio es absurdo, compartir un instante es absurdo, despertar es absurdo… la nulidad sólo sugiere eso, no quisiera ir más por el mundo, pero no hay vuelta atrás, incluso el suicidio significaría darle demasiada importancia, y no quiero dársela, no lo merece, ni lo merezco. Espero un poco antes de permitirme voltear hacia atrás, fingiendo que ocurrieron todas las despedidas y los hasta luego y los vete al carajo en la historia de mi asquerosa presencia demacrada y silenciosa. Si esto fuera una nota suicida, les diría a todos que se fueran a la chingada, pero no lo es, desafortunadamente no lo es.
     Si cerrara los ojos e inmediatamente dejara de sentir, de pensar, de recordar, de corregir en mi memoria, de engañarme, de saludar a la muerte como se saluda a la puta que te cogiste la noche anterior, de simular que te importa lo que está diciendo tu interlocutor. Respira y ya veras, lo mucho que te sientes mal; o mejor no respires, no se lo comentes a nadie, ni siquiera al fantasma que te sigue a todas partes y tienes atrás, cubriéndote la espalda, delatándote, poniendo en evidencia tu ineptitud para fingir que no te importa, que nada te importa. Escribe un poco más, sigue así, pedazo de basura, pobre infeliz y desgraciado, sigue así, llorando por las noches, lamentándote, fingiendo que nada te afecta: te afectas y nos afectamos los dos, porque los dos somos uno o ninguno… que sé yo.
     Estudia tu reflejo, a nadie haces pendejo, mucho menos a ti, sostenme la mirada pedazo de carapijo, imbecil que se evade y se masturba fantaseando con la nulidad. Dirígete al punto de reunión más cercano, demuéstrame que eso que llamas voluntada de vivir no se ha estropeado, demuéstrame que tu corazón late al compás de la música ochentera o del punk rock, demuéstrame que eres poeta y que te follas a la gramática y a la prosodia y no sé qué otras pinches arrugadas señoras, demuéstrame que dios y el diablo no existen, y que la chica que espías por la ventana y se desnuda sólo para tus ojos tiene podrida el alma y también lo que esconden sus bragas, no finjas que nadie te observa, porque yo te observo, demuéstrame que sólo estamos de paso, demuéstrame que tienes razón, demuéstrame que no te afectan los abrazos, ni el paso de los años, demuéstramelo o arroja tu zapato al espejo interior de tu armario, hazlo añicos, seduce la nulidad con un aliento de vodka-seven, dirígete derecho al infierno haciendo autostop en la carretera, enorgulléceme, seduce a la mesera que ha olvidado rellenar tu tarro de cerveza, dispárale un poema al borracho que se meo sobre tus zapatos, instrúyeme en el arte de escupirle al viento cuando sabes que eso no cambiará las cosas, destruye tu autoestima y destrúyeme también, ni te disculpes, no hace falta, todos esperaban eso de ti, dales el gusto, o si lo prefieres no se los des, pero que la iniciativa venga de ti, enfréntate y enfréntalos, enfréntame, confróntame, abofetea a ese perro rabioso que te mordió cuando menos lo esperabas, ¿qué coño esperas?, nadie nos observa, y si así fuera, lúcete, salpícalos con un poco de falsa inteligencia, dales lo que quieren, dales lo que tu sabes, escúpeles y mírales desternillándose de risa. Todo se ha ido al carajo, que más da, la soledad, la situación social, la caída en la bolsa de valores, no por eso los perros dejaran de follar a mitad de la calle, el silencio es solo eso, esperar a que los demás te reclamen por tu conducta majadera y tu falta de tacto. Despídete con una proclama vacía y carente de significado, disuelve tu «yo» en mermelada de arándano, simula que has vencido a tus demonios del pasado, todos lo hacen, todos saben lo que es mejor para quien ya sabes. No importa, la solución al crucigrama del domingo está donde siempre ha estado, sólo tienes que darle vuelta a la página, sólo tienes que hacerte el payaso y los demás dejaran de atosigarte por tu estado de animo. No les importas, pero ellos creen que a ti si te importan, lo sabes porque solías ser como ellos, lo sabes porque creíste que así tenía que ser la amistad, y el egoísmo y la magia, e inclusive: la puñetera libertad. A quien le importa, a mi no me importa, a ti no te importa, o tal vez sí, respóndeme, aun no has aprendido nada en todos estos años, la gente miente, ellos te mienten, y también se mienten, pero creen que no lo hacen, se ocultan la verdad, creen que son buenos, creen que ir a la iglesia y pagar diezmo los va a salvar, pero ya están condenados, ellos mismos se han puesto la soga al cuello, pero jamás lo aceptaran. Creen tener las respuestas, tu también lo creíste… recuerdas, claro que lo recuerdas pedazo de cabrón, rehuías al escrutinio de los demás para realizar tus practicas privadas, no te preocupes, eso es algo razonable, injuriar a los demás cuando los demás no están, todo mundo lo hace, pero pocos lo aceptan.
     Déjalo ir, por favor ya déjalo, deja ir su recuerdo. En que chingados estabas pensando al hacerte quemaduras de cigarrillo en el brazo, a quien tratabas de impresionar, a mi no me impresionabas sabes, y a ella… quiero que lo dejes ir, te ordeno que lo dejes ir… no hay un mundo del otro lado del espejo, y si lo hubiera, puedes creerme, no seria mejor que este, apuesto a que también allá pagan impuestos y se mueren y gustan de deportes extremos como torear el dardo de amor.
     Desiste de una vez, no te puedes follar a la muerte… ella será quien tome la iniciativa, siempre ha sido así, por los siglos de los siglos…
     …que os den por el culo.



J. S. Cainiz

21 febrero, 2009

Requiem por Fulano de Tal

Cada vez está más cercano el día en que publique las primeras historietas de "El sombrero en la cama", denme chanza y nos amanecemos. por lo pronto, me uno al rescate de nuestra cultura de lectores en vias de desarrollo. Si quieren leerse algo bueno, busquen Trópico de Capricornio de Henry Miller, es un libro choncho, tanto por el número de páginas, como la verborrea del neoyorquino. yo me lo topé como a mediados de 2007 en un tianguis de libros usados, sólo me costo veinte varitos (menos que una cajetilla de cigarros). como dato curioso, puedo decir que ese día (fue un sábado), viví la noche del mundo (desde ir a un bar ahi dos tres, pretenciosamente llamado "Cabaret", donde la pendeja mesera nos cobró cien varos de menos, andaba jais; luego fuimos por cheves clandestinas con doña korrups, luego a una fiesta en la casa brick stone, donde los muy pu... se culearon y nos corrieron luego luego, ademas de otras situaciones igualmente tragicómicas que algun dia podrán leer en una novela que me encuentro escribiendo). Pues el Miller si que aporta, desde polvos descritos muy sugerentemente, hasta enseñanzas cabronas de la vida cotidiana, que quieren, no me voy a aventar una pinche critica de revista literaria. si les gusta el fragmento que les voy a obsequiar a continuacion, pues leansela y luego me dicen que tal.
Se me olvidaba, titulé a esta entrada Requiem por Fulano de Tal porque de eso habla Miller en el presente pasaje. si lo escogí (ademas de ser uno de mis favoritos), es porque supongo que lo importante es hacer lo que sienta el corazón, si bien hay crisis y todo ese pedo, no por ello voy a vender mi culo maltrecho por un salario de miseria donde ademas terminaré empeñando mi alma.

A ver que les parece:

El horror asesino de la vida no va contenido en las calamidades ni en los desastres, porque esas cosas te despiertan y te familiari­zas e intimas mucho con ellas y, al final, acaban amasadas de nuevo... no, es más como estar en la habitación de un hotel en Hoboken, pongamos por caso, y con suficiente dinero en el bolsillo para otra comida. Estás en una ciudad en la que no esperas volver a estar nunca más y sólo tienes que pasar la noche en la habitación de tu hotel, pero necesitas todo el valor y coraje que poseas para permanecer en esa habitación. Tiene que haber una razón poderosa para que ciertas ciudades, ciertos lugares, inspiren tamaños aversión y espanto. Debe de estar producién­dose algún tipo de asesinato perpetuo en esos lugares. La gente es de la misma raza que tú, se ocupan de sus asuntos como hace la gente en todas partes, construyen el mismo tipo de casa, ni mejor ni peor, tienen el mismo sistema de educación, la misma moneda, los mismos periódicos... y, sin embargo, son absolutamente diferentes de las demás personas que conozco, y la atmósfera en conjunto es diferente, y el ritmo es diferente y la tensión es diferente. Es casi como mirarte a ti mismo en otra encarnación. Sabes, con la certidumbre más inquietante, que lo que rige la vida no es el dinero, ni la política, ni la religión, ni la educación, ni la raza, ni la lengua, ni las costumbres, sino otra cosa, algo que estás intentando sofocar y que en realidad te está sofocando a ti; porque, si no, no te sentirías tan aterrorizado de repente ni te preguntarías cómo vas a escapar. En algunas ciudades ni siquiera tienes que pasar una noche: simplemente una o dos horas son suficientes para desalentarte. Eso pienso de Bayonne. Llegué a ella por la noche con algunas direcciones que me habían dado. Llevaba bajo el brazo un maletín con un prospecto de la Enciclopedia Británica. Mi misión era ir al amparo de la oscuri­dad y vender la maldita enciclopedia a algunos pobres diablos que deseaban mejorar. Si me hubieran dejado caer en Helsingfors, no podría haberme sentido más turbado que caminando por las calles de Bayonne. Para mí no era una ciudad americana. No era una ciudad en absoluto, sino un enorme pulpo retorciéndose en la oscuridad. La primera puerta a que acudí era tan repulsiva, que ni siquiera me molesté en llamar; fui a varias direcciones antes de poder hacer acopio de valor para llamar. La primera cara que miré me hizo cagarme de miedo. No quiero decir que sintiera timidez o vergüenza... quiero decir miedo. Era la cara de un peón de albañil, un irlandés ignorante que de buena gana lo mismo se abalanzaría sobre ti con un hacha en la mano que te escupiría en un ojo. Fingí que me había equivocado de número y me apresuré a dirigirme a la siguiente dirección. Cada vez que se abría la puerta, veía un monstruo. Y por fin di con un pobre bobo que realmente quería mejorar y aquello fue la puntilla. Me sentí sinceramente avergonzado de mí mismo, de mi país, de mi raza, de mi época. Las pasé canutas para convencerle de que no comprara la maldita enciclopedia. Me preguntó inocentemente qué me había llevado a su casa, entonces... y sin vacilar ni un instante le conté una mentira asombrosa, mentira que más adelante iba a resultar una gran verdad. Le dije que simplemente fingía vender enciclopedias para conocer a gente y escribir sobre ella. Eso le interesó enormemente, más incluso que la enciclope­dia. Quería saber qué escribiría sobre él, si podía decirlo. He tardado veinte años en dar una respuesta, pero aquí va. Si todavía le gustaría saber, Fulano de Tal de la ciudad de Bayonne, ésta es: le debo mucho a usted porque después de esa mentira abandoné su casa e hice pedazos el prospecto que me habían facilitado en la Enciclopedia Británica y lo tiré al arroyo. Me dije: «Nunca más me presentaré ante la gente con pretextos falsos, ni siquiera para darles la Sagrada Biblia. Nunca más venderé nada, aunque tenga que morirme de hambre. Me voy a casa ahora y me sentaré a escribir realmente sobre la gente. Y si alguien llama a mi puerta para venderme algo, le invitaré a pasar y le diré: "¿Por qué se dedica usted a esto?" Y si dice que es porque tiene que ganarse la vida, le ofreceré el dinero que tenga y le pediré una vez más que piense en lo que está haciendo. Quiero impedir que el mayor número posible de hombres finjan tener que hacer esto o lo otro porque tienen que ganarse la vida. No es verdad. Uno puede morirse de hambre... es mucho mejor. Cada hombre que se muere de hambre voluntariamente contribuye a interrumpir el proceso automático. Preferiría ver a un hombre coger una pistola y matar a su vecino para conseguir la comida que necesita que mantener el proceso automático fingiendo que tiene que ganarse la vida.» Eso es lo que quería decir, señor Fulano de Tal.

(fragmento de Trópico de capricornio, Henry Miller)



04 enero, 2009

Y siguen los nocturnos

Este es uno de los últimos poemas que escribí el año pasado para un libro que aún no se publica. Iré subiendo algunos más en las siguientes semanas.

simplemente nocturno

un instante helado en el que todos ven lo que hay en la punta de sus tenedores

William S. Burroughs (Naked Lunch)

en tu habitación estamos fuera de la noche
                                ―desde adentro 
enmudecemos nuestros secretos bajo la espesa bruma de música y cigarros
la lluvia nos une y nos desune 
sin siquiera tocar el tema perpetramos el crimen
algo leemos en tu libro de la imaginación
un ramillete canceroso de Baudelaire
un jardín de obscenidad al que nos atrevimos entrar
un escenario propicio para la noche
porque la noche (belongs to lovers / belongs to lust)
al final de la noche ―a puerta cerrada
una ciega locura derramada como esa sombra en tu rostro
y bajo tus pestañas
cualquier cosa
un deslizarse en la memoria de canciones anestesiadas
o el que tu blusa se levante dejando al descubierto tu vientre liviano, atemporal
y en tu soledad, estando yo a tu lado
escribes INOCENCIA 
y algo sobre tu almohada
algo que me causa gracia

quizá sea la fatiga en tus ojos
o quizás el que la lluvia cesara
entiendo la indirecta
quieres que me vaya
además, no tengo sombrero para dejarlo sobre tu cama
me adueño del negro útero
(donde la metamorfosis hace del camino
un violento ir de la mano con la ebriedad 
que danza y sueña 
lo que podría no ser auspicio de la realidad)
goteante y desierta ciudad en penumbra
misterio de una ambigua despedida

dónde ha quedado la muerte
cerrando la persiana sin siquiera echar una última mirada
un filtro del atardecer al alba
en la ceguera de tenerme frente a tus ojos
y no preguntarte dónde es que realmente ha comenzado
porque la noche comienza en un sitio y no en un tiempo determinado
todo ha sido un vivir al límite
sin preguntarnos 
sin echar un último vistazo a los cadáveres que atiborran el armario
sencillamente el no preguntarnos dónde es la esquina en que comienza la noche
dónde nació este sentimiento por ti
dónde nació tu rencor hacia mi
no cuándo sino dónde
dónde dónde
dónde tu sonrisa
dónde el tímido destello de ese primer cruce de miradas
dónde el efecto mariposa
de mi pluma deslizándose
haciéndole el amor a la página en blanco

                                     y dónde 
                                    dónde entre la niebla
                                    dónde comienzan tus piernas

eso jamás lo sabré…


J. S. Cainiz

01 enero, 2009

Voy a empezar el año matandome suavemente

El presente texto, aunque bastante ingenuo y en un estilo muy primerizo, es a consideración de un servidor el inicio de una carrera literaria que todavía no despunta. Si bien unos pocos años antes de escribirlo ya tenia la inquietud de las letras (por aquel entonces pretendía guionizar comics), fue hasta el momento de realizar ese primer intento de ensayo entre literario y filosófico (precisamente como tarea para la clase de lectura y redacción del segundo semestre de Filosofía, o sea que sin recordar la fecha exacta, fue redactado y presentado en marzo de 2003), que al ser leído ante un reducido público de condiscípulos y recibir una serie de comentarios aprobatorios que denotaban reacción ante ese primer intento por dar a conocer un pensamiento que de otro modo sólo habría quedado en el tintero, por lo que encontré mi vocación de autor.
 Si digo que el escrito que están por leer (y ya parece como si anunciara un inédito de Rimbaud) me condujo de lleno al terreno de las letras, fue por un incidente inmediatamente posterior a su lectura. Sucede de una compañera de clase, con la que hasta ese momento no había tenido el menor contacto (a no ser un impersonal cruce de miradas), me preguntó si podía ceder mi texto para que se publicara en un fanzine que venían realizando en su pueblo, yo le dije que claro (además de que me sentí halagado), e incluso realicé una ilustración la cual por cierto jamás me fue devuelta. El resto es historia; si bien creo que nunca se publicó, el mero hecho de que alguien se interesara de esa forma por algo que yo había escrito, fue un motivo importante para que decidiera dedicarme de lleno a las letras. El otro motivo fue que por esa misma persona comencé a escribir poesía. 
 Ahora si los dejo ante el texto, confieso que al releerlo después de tanto tiempo (al parecer toda una vida), recordar, reflexionar, que sé yo, caer en la cuenta de que a pesar de encontrarlo ingenuo y con una gran deficiencia de estilo, ya aparecía el yo esencial, quien a pesar de encontrarse más preparado y con un amplio kilometraje de lecturas, descubre que en lo esencial sólo un pensamiento vivo se mantiene a través de incontables aspectos.
 Disfruten. 

J. S. Cainiz



Lady muerte o de la chaqueta metafísica


“El día que sabes que vas a morir
dejas de ser niño”






El otro día me encontré a un pseudo-punketo con su gastada bandera de “no hay futuro”. Por el momento lo miré, y recordé que antes yo también pensaba como él. Y aunque ahora pienso diferente, concuerdo en que no hay futuro, de hecho, hay presente. Claro, de todas las generaciones de jóvenes, desde los años 50, han emergido una y otra vez de las fauces de la conformidad, tratando de superar las trabitas que les pone la sociedad. Sin embargo, considero que las energías gastadas en banalidades, pueden enfocarse en problemas más trascendentales.
 Muchas veces hemos pensado de esa manera, tratar de salir del abismo de la mediocridad, y el día de hoy atestiguo ante ustedes que la esperanza ha muerto. Me vale lo que pase mañana (es más, quizás amanezca muerto). Sólo me importa lo que estoy haciendo hoy. Precisamente escribo este elogio a lo absurdo. Si la voz que lo transmite es precisamente la mía, vaya, sigo aquí… Pero ya no es hoy, bueno sí, es hoy, pero no el hoy en el que estaba escribiendo, sino el hoy en el que se lee este texto terminado. Perdón, no soy bueno con los tiempos verbales. Mejor ocupémonos del título.
 Cuando oímos hablar de la muerte, ¿qué imagen tenemos de ella? La más común: una calavera encapuchada, con su guadaña, guiándonos hasta el Aqueronte donde el lanchero Caronte nos traslada al infierno de Dante. Esa es la visión romántica de la muerte. Sin embargo, su verdadera cara se nos presenta todos los días en los medios de comunicación: atropellados, ahorcados, asesinados. Tan es así que la vemos como algo cotidiano. Claro, se trata de extraños que ni siquiera conocimos, pero hay ocasiones en las que le toca a un conocido, alguien muy cercano, o incluso en tu propia familia.
 Mucho se ha hablado del tema, pero de lo único que estamos seguros es que vamos a morir; después de la muerte no sabemos lo que nos espera, nadie ha vuelto de la muerte para contarlo. Lo anterior, podríamos clasificarlo como principios básicos de la muerte, aunque no nos ayuda a explicarla. Para este propósito tenia pensado mencionar la visión de las religiones en torno a la muerte, pero no creo que aporte a mi estudio beneficio alguno, antes bien, lo cargarían de misticismo. Y aunque me siento atraído por todo lo que huele a metafísica, prefiero estudiar a individuos que no estén comprometidos con credo alguno, antes bien, que traten de no estar en conflicto consigo mismos. Por el contrario, muchas de las religiones buscan reprimir los impulsos más oscuros del hombre, creando una angustia al no poder cumplir las normas restrictivas, impuestas para mantenernos en el guacal.
 Con los antecedentes expuestos, comenzaré por solucionar la incógnita ¿por qué le tememos a la muerte? Para resolverla primero tenemos que remontarnos al momento en que se da el temor a la muerte. En la filosofía popular hay un dicho: la vida empieza a los cuarenta años; luego escuché a alguien decir: para que tanto pinche preámbulo, y yo le digo a ese alguien, en verdad la vida comienza a los cuarenta años (no se aplica a quienes no llegan a esa edad, pues a ellos casi siempre les cae la muerte por sorpresa), pues es hasta entonces que tomamos conciencia de que vamos a morir ¡se ve, se siente, la muerte está presente! Cuando estás chavo, todo te vale, no te preocupas por el día de mañana; pero en cambio llegas a los cuarenta (en los hombres a los 41 ¡esa edad difícil!), y sabes que estás a la mitad del camino, que la muerte es inevitable.
 Una vez que hemos encontrado el momento del temor, definamos el por qué nos preocupamos por ella. Para demostrarlo me apoyaré en el sexto de los nueve principios satánicos formulados por Antón Szandor LaVey (el finado papa negro): Satan representa responsabilidad para los responsables, en lugar de preocupación por vampiros psicológicos (1). Toda preocupación es vana y puede ser resuelta, en cambio la muerte (vampiro o no quién sabe), esa sí te chupa hasta el tuétano. Pero no te preocupes, siguiendo a Epicuro: 

La vida no existe por una razón determinada: es accidental. No tiene ningún fin ni creador alguno con el que esté en deuda. Así como apareció por azar, sin que nada la causara, así terminará también, sin que quede nada ni haya efecto perdurable sobre otra cosa. Puesto que el alma como el cuerpo, es material, no puede sobrevivir a la extinción de éste. Sus finos átomos se dispersarán en el aire como humo. ¿Por qué entonces sentir miedo? (2)





 Tomar a la muerte por inevitable, siempre será una filosofía fatalista. Sin embargo, yo prefiero rendirle culto, no como rendirle culto a la Santa Muerte, sino saber que nuestra esencia se define a partir de tomar conciencia de nuestra finitud. Retomando lo de filosofía fatalista y citando al Fedón de Platón: Los verdaderos filósofos hacen del morir su profesión. (3)
No propongo un nihilismo, aunque parezca que recomiendo la muerte como lo mejor, sino que se le dé su lugar, que la tengamos presente y aceptemos su importancia como modeladora de nuestra esencia. Para explicarlo con mayor contundencia, me remito a una cita de Cioran: Si la razón desautoriza el apetito de vivir, la nada q2ue ha ce prolongar los actos es sin embargo de una fuerza superior a todos los absolutos… No sólo es el símbolo de la existencia, sino la existencia misma; es el todo. Y esa nada, ese todo no puede dar un sentido a la vida, pero la hace al menos perseverar en lo que es: un estado de no-suicidio. (4) En pocas palabras, la razón de ser de la existencia es la muerte. Aunque considero que sí puede darle cierto sentido a la vida, de cualquier forma, lo veremos más adelante.
En cierta forma, ya dijimos por qué abandonarnos a ella, pero no la hemos definido. La verdad, la muerte no puede ser explicada, pues en sí misma no es nada. Aquí es conveniente señalarlo, nada se enseña respecto a la muerte como tal, quizá en compensación, tenga mucho que decir acerca de la vida. Aún así, trataré de explicarla a través del “no-ser” de Jean Paul Sastre. Supongamos que esperamos a alguien en un lugar y hora determinados, una cafetería por ejemplo. Estamos conscientes de su ausencia y sin embargo, ninguno de los objetos a nuestro alrededor manifiestan esa ausencia, el lugar es una “plenitud de ser”. El no-ser de esa persona no proviene de la cafetería, por lo tanto hay otra base para estar conscientes de esa ausencia: La condición necesaria para que sea posible decir no es que el no-ser sea una presencia perpetua, en nosotros y fuera de nosotros; es que la nada infesta al ser. (5) Cuando estamos conscientes de algo, es la ausencia la que estimula nuestra conciencia. Tal vez no se explicó a la muerte, pero lo que trato de explicar, es cómo sentimos la muerte de un conocido. Aunque sabemos que sus restos reposan bajo la tierra, no podemos percibir su esencia y esto hace que lo extrañemos.
La siguiente interrogante, ¿qué pasa cuando estamos conscientes de la finitud? Para resolverla, debemos interpretarla en dos sentidos: en qué consiste y cómo nos afecta. Para lo primero me apoyaré en Kierkegaard, el cual aunque autonombrado como “autor religioso”, me resulta interesante, porque antepone su búsqueda de la fe a su religión. Es decir, se plantea el problema de llegar a ser cristiano, por lo cual no está comprometido con credo alguno. La muerte no es ningún acontecimiento de la vida. La muerte no se vive. (6) Lo que quiere decir, es que no vemos a la muerte como el límite de la vida cuando alcanzamos la vista al futuro, ya que si no fuera por ésta, de hecho no veríamos hacia delante en absoluto. Si fuéramos inmortales, no tendría caso preocuparse por las consecuencias de nuestras acciones presentes a largo plazo. Quizá no sea una explicación extensa, pero es simple.
Pasando a la manera en que nos afecta la finitud, cabe aclarar que busco explicar cómo nos afecta, no nuestra propia finitud, sino la de quienes se nos adelantan en el camino. Y quien más se acerca a mi propósito es el maestro Vega Gil: La fuente de la eterna juventud es un ataúd, un hoyo en la tierra, el horno de un crematorio. Los que mueren se llevan tu lozanía, tu inocencia, tu alegría. Los viejos somos los que no nos podemos quitar el traje de luto, los que nos aferramos a la sobrevivencia llenos de miedo, los que nos negamos a ver en la muerte el último rito de la vida. (7) Se oye cruel, pero es la realidad, es como despertar a las dos de la madrugada por un sobresalto, estabas soñando con tu primo que se fue, y te dices: tenia toda la vida por delante, y sin embargo seguirá eternamente joven en tu mente, mientras tú te haces viejo, pero… por cuánto tiempo. 
A lo largo de estas líneas, no he definido mi postura, nihilismo o sobrevivencia, ¿qué es mejor? Y aunque no soy quién para aconsejar, creo que hay alguien con la respuesta, el escritor ingles Warren Ellis: Después de esto no hay nada, ¿saben? no hay pecados, no hay infierno para que ardan los bastardos… este es todo el tiempo del que disponemos; no podemos permitir que nadie nos lo arrebate. (8) Tal vez lo mejor sea vivir el momento, saber que somos efímeros y aprovecharlo al máximo.
Cuando comencé el texto, dije que no tenía esperanza, y sigo sin tenerla, sin embargo, no por ello dejaré de buscar el por qué quizá sea una paradoja lo que propongo, pero ahí va: nuestra razón de ser, es precisamente no tener lugar dentro de la naturaleza y al mismo tiempo, aferrarnos a lo único cierto y verdadero “la muerte”; ambas condiciones son las que nos otorgan individualidad.
Tal vez no descubrimos qué es la muerte. Del por qué no estoy seguro, pero, quizá la respuesta esté en un verso de Billy Blake: si las puertas de la percepción se limpiaran veríamos al mundo tal como es, infinito. Pero mientras trato de quitarles el cochambre a las desvirgadas niñas de mis ojos, me quedo con mí imagen de la muerte: debajo de la capucha se esconde una bella rubia de proporciones esculturales, que además, te hace el favor…de acabar con tu triste existencia. 



CITAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Suplemento del Sol del Centro No. 507. Leyendas y realidades del satanismo. Ever Reyes (21 de enero de 2001).
2. P. Carse, James. Muerte y Existencia, FCE, 1987, p. 60.
3. Platón, Dialogos, UNAM, 1988, p. 104.
4. Cioran, E. M. Brevario de podredumbre, Ed. Punto de lectura, p. 46.
5. Op. Cit. Muerte y existencia, p. 395.
6. Ibid. p. 490.
7. La mosca en la pared No. 43, p. 32.
8. Planetary No. 3, Wildstorm/Vid, p. 17.