11 diciembre, 2016

ENIGMA: Un cómic existencialista


¿Por qué nos contamos historias? La realidad que vivimos es caótica, y recurrimos a la narrativa para ordenar los hechos, ya sea que lo hagamos para nosotros mismos o para otros. La humanidad se cuenta historias, y es así como sustenta su realidad; no es lo que percibimos, sino la descripción que hacemos de tales percepciones, esa es la desoladora verdad a la que aspiramos.
     Está por terminar el año, pero la línea Vertigo inicia una nueva historia en su colección Cómics que desafían las expectativas, se trata de Enigma, miniserie de 8 números publicada originalmente en 1993; con guión de Peter Milligan, trazo de Duncan Fegredo, y color de Sherilyn van Valkenburgh.


     Para hablar de Enigma, es necesario explicar brevemente el concepto de metarrelato, el cual podemos entender como la narrativa dentro de la narrativa. Aplicándolo a la historieta, percibimos que en la superficie Enigma es un cómic conducido por un narrador omnisciente (nos enteraremos de quién se trata en el último número), que nos describe el momento presente en la vida de Michael Smith, un joven con una vida bastante anodina y sin grandes aspiraciones (trabaja como técnico para una compañia telefónica, y tiene relaciones con su novia una vez por semana: "sólo los jueves, ni un orgasmo más ni uno menos"), a la par, aparecen de pronto asesinos en serie (La Cabeza, La Verdad, La chica Sobre) que son detenidos por un hombre enmascarado (el Enigma), un superhéroe, pero lo extraño es que estos personajes forman parte de una historieta que Michael leía en su infancia (en los años 70, la era de plata de los cómics). En su afan por descubrir la verdadera naturaleza de estos extraños hechos, Michael busca al creador de la historieta original de Enigma: Titus Bird, quien veinticinco años atras escribió el cómic bajo el influjo de las drogas, en un tono de "espiritualidad divagante y confusa", que en su momento no vendió y fue cancelado luego de tres episodios.




(A Michael se lo coge su superhéroe favorito de la infancia)

     Un primer nivel de lectura se limita a las inmediatas interacciones de los personajes. En un segundo plano de lectura, estamos leyendo un cómic titulado Enigma, que trata de un personaje que cobra vida dentro de la ficción de la historia, y se ha inspirado por una historieta inconclusa del mismo nombre. En un tercer nivel, el Enigma se enfrenta a la Verdad, se trata de una batalla filosófica librada dentro de una iglesia, y el resultado afectará la vida de las personas. Haciendo un pequeño spoiler, en ese combate (que ocurre en el capítulo 4), el vencedor es el Enigma, que salva a Michael de la Verdad, y el narrador nos dice: "que obviamente no ve la ironía de que la Verdad muera en una iglesia". Mencionemos una cuarta capa narrativa, en la que de manera simbólica Enigma nos muestra la interacción entre: el superhéroe, inspirado en el personaje del cómic (obra); Titus, el guionista (artista); y Michael, el lector (espectador).


     ¿El cómic dentro del cómic define la esencia del Enigma? ¿Todo este embrollo se originó veinticinco años atras en la mente de un escritor psiconauta? ¿La búsqueda de Michael le permitirá encontrar sentido a su aburrida y absurda vida? ¿Este cómic que se encuentra por fin al alcance de los lectores mexicanos, será capaz de influir en su forma de percibir y describir la realidad? Para responder estas preguntas invito a los lectores de la línea Vertigo, y a algún despistado que se encuentre leyendo esta nota, que le den una oportunidad al Enigma de Milligan y Fegredo.
     Para completar esta reseña, echemos un vistazo a los antecedentes de los creadores. Peter Milligan es un guionista inglés, que comenzó a experimentar en el cómic de los 80, a través de su proyecto de autor Strange Days, antología en la que publicaba psicodélicas historias dibujadas por Brendan McCarthy (Paradax, Freakwave), y Brett Ewins (Johnny Nemo). Luego es fichado por DC Comics, y aporta su particular visión en Shade, the Changing Man (dibujada por Chris Bachalo), creación de Steve Ditko, y que en esta versión fue una de las series pioneras del sello Vertigo. En la década pasada, revolucionaría la franquicia mutante con su X-Force/X-Statix, con arte de Mike Allred. Y recientemente fue el encargado de guionizar la última etapa de Hellblazer, la serie más longeva de Vertigo, que concluyó en el número 300.





     Sobre el artista, Duncan Fegredo, podemos rastrear sus inicios en la historieta inglesa en la revista Crisis, del sello Fleetway, participó en New Statesmen y Third World War; da el salto al mercado americano dibujando la miniserie de tres tomos en formato presigio, Kid Eternity (1991), escrita por Grant Morrison, y seguiría con la obra aquí comentada. En nuestro país ya hemos visto publicados algunos trabajos ilustrados por Fegredo; de la extinta Bruguera Comic Books, dos miniseries de Hellboy: The Storm y The Fury, con guiones de Mike Mignola; y para Panini Comics, la miniserie de 5 números MPH, escrita por Mark Millar.  

     Regresando a la interacción entre: artista, obra y espectador; es curioso que dentro del cómic de Enigma apreciamos la evolución del espectador, que es representado por Michael, sin duda es el personaje con un mayor crecimiento, respecto al inicio de la serie, llegando a tomar conciencia de su situación. ¿Y después qué? Es una pregunta recurrente, que de manera subliminal se dirige al lector.

     Otro aspecto a destacar de esta interacción, es la evolución de Enigma, el personaje (obra), que logra definirse a través de su relación con Michael. En el extremo opuesto tenemos Titus, que encarna la perspectiva del artista, y que en este caso no sufre una gran transformación a raíz de lo ocurrido, dándonos a entender que el creador es influenciado por su obra sólo durante el proceso de gestación, y una vez terminada esta etapa, pierde su vínculo con el artífice.
     En fin, la pregunta que nos deja esta obra es si somos de las personas que pregonan la búsqueda de la Verdad, y en apariencia nos define lo que mostramos, la percepción que los demás tienen de nosotros, o bien, nos definimos a través de lo que ocultamos, nuestras manías, ese lado oscuro inconfesable a otros, el Enigma.

(Publicado Originalmente en el suplemento Autonomía no. 155, diciembre 11 de 2016.)

30 octubre, 2016

Alan Moore y el suspenso sofisticado III


Con motivo de la aparición anual de los tomos de Swamp Thing escritos por el gran y peludo Alan Moore, se ha vuelto una costumbre dedicar una serie de artículos al magus de Northampton, aquí la tercera entrega publicada hace un mes. 


Por tercera ocasión dedicamos este espacio a comentar la obra del Magus (previamente en Autonomía 119 y 127); en una siguiente entrega, una vez que nos recuperemos del maratón de 13 horas, reseñaremos a detalle la primera temporada de Luke Cage, estrenada este fin de semana en Netflix.
Con la aparición del Libro Tres, de la colección Vertigo / Novela Gráfica, que reúne la etapa de Alan Moore guionizando Swamp Thing, y las recientes declaraciones del maestro sobre su inminente retiro,  así como la intención de Editorial Planeta de distribuir su línea de cómics en México y Latinoamérica, es momento para seguir hablando del suspenso sofisticado en las historietas.
            Swamp Thing Libro 3, contiene los números 35 al 42, y en esta ocasión la introducción sale de la pluma del artista principal de la serie, Stephen Bissette. El tomo inicia con la historia de Cara Nuclear, personaje que pondrá en jaque a Alec (la cosa del pantano), y de paso servirá a Moore como vehículo para criticar la contaminación radioactiva y ambiental. Cuando parecía que nuestro héroe encontraba su trágico fin, se renueva la esperanza en el episodio 37, con: Patrones de Crecimiento, historia que nos narra a velocidad vegetal, la vuelta a la vida de Alec, simultáneamente se introduce a John Constantine, el carismático mago inglés fumador de Silk Cut. El mismo Bissette nos cuenta una curiosa anécdota al respecto: “John Totleben y yo habíamos presentado el rostro de Constantine en el fondo de una viñeta en un número previo (vean el #25, página 21, viñeta 2) —un cameo sugerido por nuestro gusto mutuo por Sting de The Police. Mezclar el rostro de Sting (y un poco de su personaje Aceface del filme Quadrophenia) con elementos del fatalismo del punk, el personaje Jerry Cornelius de Michael Moorcock…” Pero reconocerá que el primero en trazar al Constantine de Patrones de Crecimiento, fue su amigo y compañero en la Kubert School, Rick Veitch. Esta historia de renacimiento para Alec es el inicio de la saga “Gótico Americano”, como lo es del propio Constantine, y de manera no oficial también representa el nacimiento del sello Vertigo.


            En este punto, la saga de Swamp Thing abordará un horror sofisticado que reinventa a los monstruos clásicos de la literatura y el cine. A su manera, Constantine instruirá a Alec para que desarrolle todo el potencial de sus habilidades como “ser elemental”, y en el proceso enfrentará a una serie de amenazas propias del mejor cómic de terror. En este libro encontraremos: vampiros acuáticos, una mujer lobo (el tratamiento que da Moore a la licantropía es por demás original), y una maldición Vudú plagada de la inevitable horda de zombis; estas historias de paso harán agudos comentarios en contra de la misoginia y el racismo, mostrándonos que los cómics lo mismo entretienen a la par que generan una toma de conciencia (sin caer en el discurso moralizante).
            La espera será larga hasta el siguiente tomo, sobre todo porque devendrá la Crisis del mundo místico en el universo DC, el encuentro de Alec con el Parlamento de los Árboles, o el enfrentamiento con el cruzado encapotado, pero me estoy adelantando a los acontecimientos; lo que sí podemos señalar es la ironía de ver esta obra finalmente publicada  y en activo en nuestro país —ya que accedemos al trabajo de Moore que cambió la forma de hacer cómic en Estados Unidos, y con ello trasformó la historieta mainstream hasta nuestros días—, precisamente en el momento en que el Magus anuncia su retiro definitivo del mundo de las viñetas.
            La noticia inundó la red el pasado 9 de septiembre, Moore lo deja claro con la siguiente frase: “I have about 250 pages of comics left in me” (Hay 250 páginas de cómic que tengo todavía en mí), y explica que esas páginas se irán en los guiones de su trabajo en los números finales sobre H. P. Lovecraft para Avatar Press, quizá como complemento a su maxiserie Providence; algunas historias cortas para la antología en blanco y negro Cinema Purgatorio, y un último volumen de The League of Extraordinary Gentlemen, ambos trabajos ilustrados por Kevin O´Neill. Si se tratara de alguien del tipo oportunista pensaríamos que es un truco publicitario para vender su más reciente novela (en prosa) Jerusalem, obra de unas 1200 páginas y con aproximadamente 620,000 palabras; trabajada por más de una década, según el Magus tiene el propósito de “refutar la existencia de la muerte”.  El título hace referencia a un poema/himno de William Blake. El propósito del libro es explorar la historia de una pequeña zona de su Northampton natal a través de varias voces. Sobre la obra, el propio Moore comenta: “He escrito la novela a partir de conversaciones cara a cara, de rumores familiares y leyendas y haciendo uso de la memoria y de un libro con testimonios de personas mayores que vivieron en la zona.” Destacan algunos capítulos que homenajean a diversas personalidades, como el dedicado a James Joyce; el capítulo más largo, según el autor, el de Lucia Joyce o el escrito en el estilo de la obra de Samuel Beckett. Sin duda estamos ante el Ulysses de este siglo.
Jerusalem de Alan Moore, será editada en español por el sello Planeta Cómic para 2017. Esta misma editorial se une al movimiento de las historietas en nuestro país, y amplía la oferta con parte de su catálogo para México. Entre las obras que ya están siendo distribuidas a nivel nacional en las principales librerías y tiendas departamentales como Gandhi y Sanborns, destacan From Hell (ilustrada por Eddie Capmbell), y The League of Extraordinary Gentlemen, ambas obras del gran y peludo Alan Moore; de esta última podrán encontrar los volúmenes 1 y 2, así como el experimental Dossier Negro (que incluye diversos fragmentos en prosa, desde una supuesta obra de William Shakespeare, una continuación a las aventuras eróticas de Fanny Hill, y el primer capítulo de una novela beatnik en el estilo de Jack Kerouac, así como una Biblia Tijuana, la historia en cómic de Orlando, personaje novelado por Virginia Woolf, y un segmento final de la novela gráfica en 3-D, con gafas incluidas), con precios que rondan los 298 y 328 pesos.
Por si les interesa, otra obra traída exclusivamente por el sello Reservoir Books para nuestro país, es la novela gráfica El Club de la Pelea 2, continuación del libro (adaptado al cine en 1999 por David Fincher), y escrita por el autor original Chuck Palaniuk, con arte de Cameron Stewart, y portadas de David Mack, incluye los 10 números de la miniserie y el capítulo especial para el Free Comic Book Day, su precio es de 299 pesos.
(Publicado originalmente en el suplemento Autonomía no. 149.)

28 septiembre, 2016

DESCENDER: Un cómic de Jeff Lemire y Dustin Nguyen*





La historieta independiente de autor va cobrando fuerza en el mercado americano, al punto de lanzar al estrellato a sus artífices. Durante los 90 el sello Vertigo se ostentaba como el bastión para el mejor cómic de autor; en nuestros días, ese honor lo posee Image Comics. Autores como Rick Remender (Black Science, Deadly Class, Low), Jonathan Hickman (East of West, The Manhattan Projects), Matt Fraction (Sex Criminals, con dibujos de Chip Zdarsky), Kieron Gillen (The Wicked+The Divine, con arte de Jamie Mckelvie), Brian K. Vaughan (Saga, con trazos de Fiona Staples), lograron sobrepasar el status de guionistas de culto, y se han convertido en superestrellas que lo mismo escriben su propias creaciones o redefinen a los personajes de Marvel y DC. 


(Imagen de Trillim, miniserie escrita y dibujada por Lemire para Vertigo)


            Jeff Lemire alcanza esta categoría. Su carrera se forjó con obras como: The Nobody, Sweet Tooth, y Trillium (en las que se ostenta como autor completo), editadas por Vertigo. Posteriormente se incorporaría a DC escribiendo Animal Man (en una estupenda etapa que recupera y continúa parte de la magia que diera Grant Morrison al personaje), Justice League Dark, y Green Arrow. Actualmente escribe para Marvel: All New Hawkeye (como relevo de la estupenda etapa de Fraction/Aja), Extraordinary X-Men (con arte de nuestro compatriota Humberto Ramos), y Old Man Logan (rescatando la celebrada versión del viejo Logan perpetrada por Millar y McNiven). Y con este curriculum, el buen Jeff se da el tiempo para continuar con obras de factura propia, editadas precisamente por Image, se trata de Plutona, miniserie que narra lo que ocurre cuando un grupo de niños encuentra el cadáver de una famosa superheroina (el dibujo corre a cargo de Emi Lenox, y al final de cada capítulo se incluyen tres páginas dibujadas por el propio Lemire, en las que se recrea la última aventura de la mencionada Plutona), y el otro trabajo es Descender, serie en la que nuestro autor comparte créditos con el dibujante Dustin Nguyen.  
            Todo esto viene a cuento porque el sello Océano Travesía trae a nuestro país el primer tomo de Descender, que lleva por título: Estrellas de hojalata, y se editó en la medida estándar de un cómic empastado; lo que convierte a ésta en una propuesta más (en toda regla), que engrosa la oferta de la historieta de licencia en México.
            Con títulos como Calvin & Hobbes, de Bill Waterson (hace poco salió el libro “10 años”, y ya se anunciaron el tomo 1 y el 2 “Algo babea bajo la cama”) y Nimona, de Noelle Stevens (novela gráfica que originalmente se dio a conocer como webcomic), la editorial Océano Travesía se presenta como la opción para competir en el rubro de la historieta independiente. Esperemos que Descender sólo sea el inicio de algo que nos permita por fin apreciar la narrativa gráfica como un medio disfrutable a cualquier edad, por aquello de que la “novela gráfica” se ha convertido en una etiqueta para dar seriedad a algo que por derecho propio puede competir con medios de expresión y entretenimiento como la literatura y el cine.
            Y ¿de qué trata Descender? La respuesta requiere que se eche mano de ejemplos como los mangas Akira (Katsuhiro Otomo) y Astroboy (Osamu Tezuka), la película A. I. de Spielberg, y el cuento clásico Pinocho (Carlo Collodi), pues por una parte, se instaura dentro de la ciencia ficción al situarse en un futuro donde la humanidad logró la conquista espacial (al punto de colonizar otros planetas), y cuenta específicamente la historia de Tim-21, un androide con aspecto de niño, perseguido porque hace poco apareció en la galaxia un conjunto de gigantescos robots denominados Segadores (Harvesters) que casi destruyen una serie de planetas habitados, lo cual generó aversión y con ello la prohibición a usar cualquier tipo de robot en la galaxia.

            La historia de Tim-21 inicia, en la deshabitada colonia minera Dirishu, cuando éste despierta luego de haber estado apagado por una década, que es el tiempo transcurrido desde el ataque de los Segadores; lo acompaña su perro robótico Bandido en la búsqueda de su madre y hermano, así como de su propia humanidad y sentido en la vida; y hacia el final del primer capítulo es buscado porque su código único (aquello que le da identidad), es compatible con el código de los Segadores, y puede ser la clave para destruirlos.
            Con dicha premisa, Lemire y Nguyen nos presentan una space opera que irá creciendo en complejidad, ya que involucra (como toda buena obra sci-fi) aspectos equiparables a nuestro presente como el odio racial o la búsqueda de identidad y propósito.
            Pasando al apartado gráfico, encontramos en el arte de Dustin Nguyen (a quien podemos rastrear en obras como Wildcats 3.0, The Authority: Revolution, Batman, y American Vampire: Lord of Nigthmares), su mejor trabajo hasta la fecha, con un trazo por momentos muy detallado y en otros un poco más suelto, pero que en conjunto armoniza a la perfección por su acabado en acuarelas. Pareciera que juega con el hecho de que la historia trata sobre una vida sintética, fría, artificial, y está dotada de una calidez patente en la imperfección y cuidado de un trazo humano.
            Merece una mención el crédito de la traducción, aspecto generalmente pasado por alto cuando hablamos de cómics licenciados por editoriales mexicanas, y traducciones en general; probablemente sólo reparamos en ello cuando los implicados son autores de renombre como Jorge Luis Borges (Bartleby) o Salvador Elizondo (Madame Edwarda y Monseur Teste), por dar un par de ejemplos. Y es que comúnmente los lectores de historietas venimos padeciendo un mediocre trabajo de traducción. Pero este no es el caso, pues aparece con este crédito Alfredo Villegas en colaboración con Mercedes Guhl. El trabajo del señor Villegas es digno de reconocerse, pues en fechas recientes ha venido promoviendo la traducción de cómics como un trabajo especializado que requiere la debida formación. Podemos conocer más de sus iniciativas a través de su blog House of Ñ. Ojalá una editorial grande como Televisa tome nota de esto y provea a sus licencias de Marvel, DC y Vertigo de traductores más capaces y comprometidos con mantenerse fieles al mensaje de las obras originales.
            Pueden buscar el primer tomo de Descender: Estrellas de hojalata, en librerías, principalmente Sanborns, Educal y Gandhi, o cualquiera que maneje el catálogo de Editorial Océano. Al no estar disponible en puestos de revistas requiere un esfuerzo adicional para encontrarlo, que dada la calidad del producto bien vale la pena. Contiene los primeros seis números de la edición americana (148 páginas), y tiene un costo de 235 pesos. 


* (Publicado originalmente en el suplemento Autonomía no. 142).

19 septiembre, 2016

THE NEON DEMON: El provocativo cine de NWR*




La belleza devorada por la envidia y la vanidad. Así es como podríamos definir la más reciente obra del director danés Nicolas Winding Refn (NWR). El Demonio Neón, cinta protagonizada por Elle Fanning, nos habla del mundo del modelaje, todo glamour y reflectores, pero carente de substancia. El vacío en los personajes es colmado por el polvo de estrellas, que percibimos en pantalla a través de la música y la fotografía.
A muchos les sonarán las siglas NWR, por películas como Drive (2011) y Only God Forgives (2013), ambas protagonizadas por Ryan Gosling. Para entender la obra de este director, pongámonos en antecedentes. Refn nace en Dinamarca, y a los 8 años va con su familia a vivir en Nueva York, donde pasa su adolescencia; si bien crece en un ambiente culto, queda por completo fascinado por la película The Texas Chain Saw Massacre (1974), la cual, según confiesa en una entrevista, lo hizo querer dedicarse al séptimo arte, pero como autor completo. Así pues, estudia cine, primero en la American Academy of Dramatic Arts, de donde es expulsado, posteriormente se matricula en la Danish Film School, pero ahí tampoco concluye sus estudios. A pesar de ello, a los 26 años escribe y dirige Pusher (1996), la cual iniciaría una trilogía (las secuelas saldrían en 2004 y 2005).
La obra de Refn está construida desde una estética y tramas que tienden a la violencia y lo perturbador, cuyo dinamismo visual se amalgama a la perfección con el cuidado que pone en la banda sonora. Como amigo de Alejandro Jodorowsky, se nota la influencia del controvertido director chileno (en los títulos de crédito de Drive le dedica la película); incluso se percibe un guiño a las extrañas atmosferas de David Lynch.


            Otras de sus películas son: Fear X (2003), basada en un guión de Hubert Selby Jr. (autor de las novelas: Last Exit to Brooklyn y Requiem for a Dream), y protagonizada por John Turturro; Bronson (2008), que narra la vida del delincuente y secuestrador británico Michael Gordon Peterson, quien utilizaba como pseudónimo de boxeador el nombre del actor Charles Bronson, y es interpretado por Tom Hardy; y Valhalla Rising (2009), una extraña odisea de vikingos, que se desinfla después del primer tercio de la película. Pero es hasta Drive que NWR consigue hacerse notar en el mapa de Hollywood.

 (Ryan Gosling como Dean Pereira, Blue Valentine)

            La historia del conductor sin nombre (The Driver), sin duda uno de los roles más icónicos en la carrera de Ryan Gosling, si bien la mayoría lo ubica por su papel de Noah Calhoun, en The Notebook (2004) —quien esto escribe lo recuerda en el personaje de Dean Pereira, que coestelariza con Michelle Williams, Blue Valentine (2010)—. Es sin duda, Drive, un filme que posee el estatus de “película de culto”; es aclamada por la crítica, y al mismo tiempo no deja indiferente al espectador promedio. Así pues, lo que se esperaba de NWR con su siguiente proyecto era una obra solvente para las grandes audiencias, pero que mantuviera su calidad autoral; en vez de eso, dos años después, Refn soltó su bofetada con la inquietantemente extraña Only God Forgives.


            Mientras en Drive tenemos una trama envolvente y personajes entrañables que buscan escapar a su destino, con Only God Forgives los personajes parece que buscaran encontrarse con la fatalidad, como si supieran que se encuentran en una tragedia griega; se abre un puente con su predecesora, no sólo porque ambas las protagonice Gosling, sino porque se continúa el lenguaje fílmico, pero el ambiente es exagerado, como si se tratara de un sórdido cuento de hadas. Parece adaptar el espíritu del Western, si bien ocurre en el Bangkok actual.
            La relación entre estas dos cintas y The Neon Demon, es precisamente la pretensión que tiene Refn de ir un paso más allá en el refinamiento visual que ya mostraban sus antecesoras, y que en esta última parece haber alcanzado una nueva escala, ya que la trama está dispuesta al servicio de la imagen, lo cual en este caso es una virtud, a pesar de que la cinta parezca un comercial de Calvin Klein de dos horas. Se trata de la típica historia de la chica de pueblo que llega a la gran ciudad para convertirse en una celebridad. Jesse, interpretada por Elle Fanning, es la personificación misma de la belleza, que se encuentra en el lugar donde la imagen lo es todo: el mundo del modelaje y las pasarelas. En la primera escena Jesse aparece tendida en un sofá, cubierta de sangre, presagiando desde el inicio el que será su desenlace. Aquí también nos encontramos en un cuento de hadas, lo que es irónico, ya que la protagonista interpretó a la princesa Aurora, en Maléfica (2014).  


En el reparto destacan los nombres de Keanu Reeves y Christina Hendricks, si bien ambos desempeñan pequeños roles. El primero no necesita presentación (es Neo en Matrix), en cuanto a la pelirroja, su personaje más emblemático fue como Joan Holloway, en Mad Men, y también tuvo una pequeña participación en Drive, como Blanche, que forma parte del robo fallido. En The Neon Demon, Keanu interpreta a Hank, el iracundo casero del Motel en Pasadena donde se hospeda Jesse, compartiendo un par de momentos memorables con la protagonista; por su parte, Christina se desenvuelve como Jan, encargada de seleccionar a las chicas para una agencia de modelaje.
Otro de los aspectos importantes en la obra de NWR es la música, Cliff Martínez ha sido el compositor en las tres cintas. Para Drive, utiliza un sonido electrónico con reminiscencias retro de los 80´s; en Only God Forgives, persisten los sintetizadores, envolviendo la trama en una ornamentación perversa, casi litúrgica; para The Neon Demon, se establece para la primera mitad del filme un sonido synthpop cercano al melodrama que va creciendo en intensidad, hasta alcanzar una versión sonora equiparable a The Texas Chain Saw Massacre

 
Sin duda estamos ante la obra de un realizador que se ha comprometido con su muy particular visión de lo que es el cine. Merece la pena seguirle la pista, si ya vieron Drive y Only God Forgives, sumérjanse a las casi dos horas del espectáculo visual que es The Neon Demon, en algún punto se vuelve una alegoría onírica que depende de cada quien interpretar.


* (Publicado originalmente en el suplemento Autonomía no. 148 (sic), septiembre 18 de 2016.)