28 septiembre, 2016

DESCENDER: Un cómic de Jeff Lemire y Dustin Nguyen*





La historieta independiente de autor va cobrando fuerza en el mercado americano, al punto de lanzar al estrellato a sus artífices. Durante los 90 el sello Vertigo se ostentaba como el bastión para el mejor cómic de autor; en nuestros días, ese honor lo posee Image Comics. Autores como Rick Remender (Black Science, Deadly Class, Low), Jonathan Hickman (East of West, The Manhattan Projects), Matt Fraction (Sex Criminals, con dibujos de Chip Zdarsky), Kieron Gillen (The Wicked+The Divine, con arte de Jamie Mckelvie), Brian K. Vaughan (Saga, con trazos de Fiona Staples), lograron sobrepasar el status de guionistas de culto, y se han convertido en superestrellas que lo mismo escriben su propias creaciones o redefinen a los personajes de Marvel y DC. 


(Imagen de Trillim, miniserie escrita y dibujada por Lemire para Vertigo)


            Jeff Lemire alcanza esta categoría. Su carrera se forjó con obras como: The Nobody, Sweet Tooth, y Trillium (en las que se ostenta como autor completo), editadas por Vertigo. Posteriormente se incorporaría a DC escribiendo Animal Man (en una estupenda etapa que recupera y continúa parte de la magia que diera Grant Morrison al personaje), Justice League Dark, y Green Arrow. Actualmente escribe para Marvel: All New Hawkeye (como relevo de la estupenda etapa de Fraction/Aja), Extraordinary X-Men (con arte de nuestro compatriota Humberto Ramos), y Old Man Logan (rescatando la celebrada versión del viejo Logan perpetrada por Millar y McNiven). Y con este curriculum, el buen Jeff se da el tiempo para continuar con obras de factura propia, editadas precisamente por Image, se trata de Plutona, miniserie que narra lo que ocurre cuando un grupo de niños encuentra el cadáver de una famosa superheroina (el dibujo corre a cargo de Emi Lenox, y al final de cada capítulo se incluyen tres páginas dibujadas por el propio Lemire, en las que se recrea la última aventura de la mencionada Plutona), y el otro trabajo es Descender, serie en la que nuestro autor comparte créditos con el dibujante Dustin Nguyen.  
            Todo esto viene a cuento porque el sello Océano Travesía trae a nuestro país el primer tomo de Descender, que lleva por título: Estrellas de hojalata, y se editó en la medida estándar de un cómic empastado; lo que convierte a ésta en una propuesta más (en toda regla), que engrosa la oferta de la historieta de licencia en México.
            Con títulos como Calvin & Hobbes, de Bill Waterson (hace poco salió el libro “10 años”, y ya se anunciaron el tomo 1 y el 2 “Algo babea bajo la cama”) y Nimona, de Noelle Stevens (novela gráfica que originalmente se dio a conocer como webcomic), la editorial Océano Travesía se presenta como la opción para competir en el rubro de la historieta independiente. Esperemos que Descender sólo sea el inicio de algo que nos permita por fin apreciar la narrativa gráfica como un medio disfrutable a cualquier edad, por aquello de que la “novela gráfica” se ha convertido en una etiqueta para dar seriedad a algo que por derecho propio puede competir con medios de expresión y entretenimiento como la literatura y el cine.
            Y ¿de qué trata Descender? La respuesta requiere que se eche mano de ejemplos como los mangas Akira (Katsuhiro Otomo) y Astroboy (Osamu Tezuka), la película A. I. de Spielberg, y el cuento clásico Pinocho (Carlo Collodi), pues por una parte, se instaura dentro de la ciencia ficción al situarse en un futuro donde la humanidad logró la conquista espacial (al punto de colonizar otros planetas), y cuenta específicamente la historia de Tim-21, un androide con aspecto de niño, perseguido porque hace poco apareció en la galaxia un conjunto de gigantescos robots denominados Segadores (Harvesters) que casi destruyen una serie de planetas habitados, lo cual generó aversión y con ello la prohibición a usar cualquier tipo de robot en la galaxia.

            La historia de Tim-21 inicia, en la deshabitada colonia minera Dirishu, cuando éste despierta luego de haber estado apagado por una década, que es el tiempo transcurrido desde el ataque de los Segadores; lo acompaña su perro robótico Bandido en la búsqueda de su madre y hermano, así como de su propia humanidad y sentido en la vida; y hacia el final del primer capítulo es buscado porque su código único (aquello que le da identidad), es compatible con el código de los Segadores, y puede ser la clave para destruirlos.
            Con dicha premisa, Lemire y Nguyen nos presentan una space opera que irá creciendo en complejidad, ya que involucra (como toda buena obra sci-fi) aspectos equiparables a nuestro presente como el odio racial o la búsqueda de identidad y propósito.
            Pasando al apartado gráfico, encontramos en el arte de Dustin Nguyen (a quien podemos rastrear en obras como Wildcats 3.0, The Authority: Revolution, Batman, y American Vampire: Lord of Nigthmares), su mejor trabajo hasta la fecha, con un trazo por momentos muy detallado y en otros un poco más suelto, pero que en conjunto armoniza a la perfección por su acabado en acuarelas. Pareciera que juega con el hecho de que la historia trata sobre una vida sintética, fría, artificial, y está dotada de una calidez patente en la imperfección y cuidado de un trazo humano.
            Merece una mención el crédito de la traducción, aspecto generalmente pasado por alto cuando hablamos de cómics licenciados por editoriales mexicanas, y traducciones en general; probablemente sólo reparamos en ello cuando los implicados son autores de renombre como Jorge Luis Borges (Bartleby) o Salvador Elizondo (Madame Edwarda y Monseur Teste), por dar un par de ejemplos. Y es que comúnmente los lectores de historietas venimos padeciendo un mediocre trabajo de traducción. Pero este no es el caso, pues aparece con este crédito Alfredo Villegas en colaboración con Mercedes Guhl. El trabajo del señor Villegas es digno de reconocerse, pues en fechas recientes ha venido promoviendo la traducción de cómics como un trabajo especializado que requiere la debida formación. Podemos conocer más de sus iniciativas a través de su blog House of Ñ. Ojalá una editorial grande como Televisa tome nota de esto y provea a sus licencias de Marvel, DC y Vertigo de traductores más capaces y comprometidos con mantenerse fieles al mensaje de las obras originales.
            Pueden buscar el primer tomo de Descender: Estrellas de hojalata, en librerías, principalmente Sanborns, Educal y Gandhi, o cualquiera que maneje el catálogo de Editorial Océano. Al no estar disponible en puestos de revistas requiere un esfuerzo adicional para encontrarlo, que dada la calidad del producto bien vale la pena. Contiene los primeros seis números de la edición americana (148 páginas), y tiene un costo de 235 pesos. 


* (Publicado originalmente en el suplemento Autonomía no. 142).

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