17 septiembre, 2013

Reversible Man

La mejor historia de Alan Moore ocurre en cuatro páginas. Eso nos demuestra que las mejores ideas no requieren de una gran extensión.
Les dejo El comentario que el propio Moore hace con respecto a su historieta, asi como las cuatro páginas en que se desarrolla, dibujadas por Mike White.

Hay pocas cosas tan intrínsecamente fascinantes como el tiempo. Cuando era niño recuerdo haber pasado lo que parecían tardes enteras mirando embobado la manecilla de las horas de un reloj con la esperanza de ver como se movía, aunque fuera un poco. Recuerdo el sobrecogimiento y el entusiasmo que me producía ver florecer una planta a cámara rápida, una gaviota a cámara lenta, o prácticamente lo que fuera yendo marcha atrás. También estaban las eternas e irresolubles cavilaciones sobre el tiempo y su naturaleza que me quitaban el sueño. ¿Qué es? ¿De dónde viene y a dónde va? ¿Cómo puede continuar para siempre, y por qué va más lento en la sala de espera del dentista que en el salón recreativo de Yarmouth?
            Teniendo en cuenta lo atractivo del tema, no es de extrañar que, de todos los subgéneros de la ciencia-ficción, las historias sobre el tiempo y sus variados caprichos figuraran tan altas entre mis favoritas, como lector y como escritor. Sobrecogido por la visión apocalíptica del final de La Máquina del Tiempo de H. G. Wells, hipnotizado por las rompedoras paradojas de All You Zombies, de Robert A. Heinlein, acogí con sumo placer la noticia de que el material de los Future Shocks de 2000AD se vería respaldado por las curvas cronológicas de la seria Twisted Times. Mi euforia solo se enfrió cuando comencé a considerar la dificultad que supondría escribir tantas historias sobre el tiempo sin resultar repetitivo. Aquellas historias en las que creo haberlo conseguido conforman la segunda parte de este volumen.
            Si tuviera que escoger una favorita, ésa sería Crono Polis (Núm. 310). Combinando un sentido homenaje a mis adoradas parodias de los viejos tiempos de la revista Mad con su propia complejidad trastornada, creo que cono Polis fue la primera ocasión en la que me di cuenta de que Dave Gibbons estaba dispuesto a dibujar absolutamente cualquier absurda cantidad de detalles que le pidieras, por ridícula o poco práctica que fuera. Esto me ha sido muy útil posteriormente.
            Pisándole los talones a Crono Polis está El Hombre Reversible (Núm. 308). Gran cantidad del cariño que le profeso a esta historia deriva sin duda de lo patéticamente fácil de escribir que fue. Tomando como inspiración los ya mencionados recuerdos infantiles de películas pasadas en marcha atrás, fue una simple cuestión de invertir el orden de los acontecimientos de la vida de una persona. Con todo, me sorprendió que la historia tuviera una respuesta emocional tan grande.
            Quizá es solo que la repetición de hechos en nuestras vidas los hace aburridos, y es necesario un nuevo enfoque para que podamos redescubrir la vida y todas sus implicaciones emocionales. Sea como fuere, no tuve que esforzarme demasiado como guionista. Éste es un claro ejemplo de esas historias que están ahí, esperando a que alguien las ponga sobre un papel.

Alan Moore, Noviembre de 1986.

(Tomado de la introducción al recopilatorio Twisted Times.)













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