10 marzo, 2016

DEADPOOL: una historia de amor ⃰

Todo parece indicar que el género de superhéroes se mantendrá en el cine. Con Deadpool, inician las películas basadas en personajes de cómic en este 2016. Su versión fílmica hace entrada por todo lo alto. Algunos detractores dirán que no va más allá. Como si se esperara que el género “capas y mallas” fuera realmente algo con posibilidades de evolucionar como el Western, el Noir o la Ciencia ficción. Si quieren una película de superhéroes verdaderamente propositiva, echen un vistazo a Unbreakable (El protegido, de M. Night Shyamalan), en la que Bruce Willis hace de “Superman” y Samuel L. Jackson de “Lex Luthor”. Es la historia definitiva, y muy probablemente lo que posibilitó (de cierta manera) el Batman de Nolan, el Iron Man de Favreau, y el Daredevil de Goddard. Si quieren películas en las que el género evolucione, sigan esperando sus secuelas: Breakable (Rompible) y Broken (Roto).


Lo que hace a Deadpool una gran película, es su capacidad de mantener la esencia del personaje. Pocas adaptaciones pueden presumir de ello. Si bien es cierto que el cine no tiene por qué calcar fielmente el mundo de las viñetas, algo que en su momento advirtió Alan Moore al director Terry Gilliam cuando tuvo intenciones de filmar Watchmen. Posteriormente Zack Snyder nos demostraría que es posible duplicar a los seres de pulpa y tinta, pero sin el sabor y el espíritu que los hace tan disfrutables. Como decía David Mazzuchelli, dibujante del Batman Year One: “Cuanto más realistas se vuelven los superhéroes, menos creíbles parecen. Es un equilibrio delicado, pero así es como lo veo: los superhéroes son reales cuando están dibujados con tinta”. Así pues, las versiones fílmicas de estos personajes no tienen por qué reproducir las páginas de los cómics, pero ayuda el que mantengan cierta fidelidad con el original.
Y eso es precisamente Deadpool. Bajo la dirección de Tim Miller, el actor Ryan Reynols finalmente se reivindica del fiasco que fue Linterna Verde, y recompone la imagen del personaje que ya había interpretado en X-Men Origins: Wolverine (2009).


Desde que aparecen las páginas de cómic enmarcadas por el logo de Marvel y suena de fondo Angel of the Morning de Juice Newton, sabes que la película no te va a decepcionar. Fue algo que inició con el Awesome Mix en Guardians of the Galaxy (un soudtrack completamente atípico en filmes de este género), y que continuó en Ant-Man y su Borombon de Camilo Azuquita. Siguiendo esta tendencia, el Suicide Squad de Warner se redime ante el gran público al incluir en su tráiler promocional una versión de Bohemian Rhapsody de Queen. 
Es precisamente desde la secuencia de inicio que nos invade lo irreverentemente violento del personaje. Un intro que para mi gusto compite (salvando las comparaciones) con el montaje inicial de Watchmen, en el que veíamos la historia de los Minute Men al ritmo de The times they are a changin’ de Bob Dylan.
La forma en que está narrada la historia de Wade Winston Wilson (nombre real del mercenario bocón), permite apreciar el momento presente y las retrospectivas de su origen. Destaca su relación con Vanessa Carlysle (Copycat / Domino, aunque en esta versión no posee poderes mutantes), interpretada por la bella Morena Baccarin (a quien hemos visto como Jessica Brody en Homeland, y la doctora Leslie Thompkins en Gotham); mención especial cuando conmemoran el día de la mujer (con arnés incluido).



Que se respetara la esencia del personaje juega bastante a su favor. De entrada lo distingue de otras películas y franquicias. Los únicos puntos a comparar con otras versiones fílmicas ya los hemos mencionado. Así pues, Deadpool posee frescura y bastante potencial (mientras se sigan manteniendo estos estándares) para una secuela, incluso dos. Todo está en que sepan respetar lo que vuelve único al personaje. No se trata de Kick Ass, o algún otro producto del Millarworld.
Es precisamente su otra habilidad mutante (por así decirlo), su capacidad de romper la cuarta pared y así interactuar con el público (además de su habilidad de regenerarse que lo pone en un nivel cercano a Wolverine), lo que hace de Mr. Pool una bocanada de aire fresco respecto a personajes como Batman, Punisher o Daredevil (si bien cada uno de ellos está por aparecer nuevamente en pantalla, y por lo menos los dos vigilantes que rondaran pronto el Hell’s Kitchen de Netflix son esperados con ansias). En otras palabras, Masacre (como lo traducen en España), se mantiene caminando sobre hielo delgado entre las mallas y la excesiva violencia de los vigilantes urbanos.



Algo que me permitiré spoilear / comentar, es la escena post créditos. No es tanto el anuncio de una secuela en la que aparecerá Cable, otro personaje creación del inefable Rob Liefeld, quien es co-creador de Deadpool, y comparte ese honor con el guionista Fabián Nicieza (a quien hace poco denostara, al más puro estilo Bob Kane, en una entrevista para el New York Times), pues bien podríamos conjurar una posible adaptación de X-Force (realizable, si no se quiere recurrir a la versión noventera, a partir de sus últimas encarnaciones bajo el prefijo Uncanny, firmadas por Rick Remender).
Lo que verdaderamente llamó mi atención fue el homenaje que se hace a otra escena post créditos, en este caso se trata de Ferris Bueller´s Day Off (Un experto en diversiones), de 1986, protagonizada por Matthew Broderick, en el que sin duda es su papel más icónico. Al terminar la película, aparecen los créditos pero comparten pantalla con un recuadro que muestra a Mr. Rooney (el director que persigue a Ferris y sus amigos) quien acaba regresando en el autobús escolar. Este ardid permite que los espectadores sigan pendientes de la pantalla (recordemos que en esa época no eran comunes las escenas extras), y al final aparece Ferris en bata, se asoma al pasillo, se dirige al público (este personaje también rompía la cuarta pared durante la cinta) y le dice al público: “It's Over, Go Home”, similar a como lo hace Deadpool. 


( ⃰ Publicado originalmente en el suplemento Autonomía no. 134, febrero 21 de 2016.)

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